Lo vales.Muestra
Eres valioso.
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna." Juan 3:16 RVR1960
Dios te ama con vehemencia. Su amor es tan profundo que las palabras no pueden describirlo. Va más allá de las palabras. De hecho, se hizo carne y murió por ti. Jesucristo murió por ti. No importa el pecado, el peso o la carga. Cristo, Dios hecho carne, murió para que vivas. Cristo murió para hacerte libre.
Cristo no conoció el pecado, y aún así murió como un pecador. Murió en tu lugar. Tomó tu vergüenza, tu culpa y tu derrota. Venció el pecado y clavó tu condena en la cruz.
Es la Sangre de Cristo la que lava toda tu iniquidad. Te limpia. Te completa. Es a través de la Sangre de Jesucristo que eres reconciliado con el Padre Celestial. La sangre de Cristo quita la mancha y la vergüenza del pasado, y te da un buen lugar con Dios.
No hay nada que pueda separarte del amor y la sangre de Jesucristo. Es a través de la Sangre de Jesucristo que tu vida es renovada y restaurada. Es solo a través de Jesucristo que eres hecho nuevo.
En Él, eres una nueva criatura. En Cristo, eres una nueva creación. Es a través de Su sangre derramada que eres completamente transformado. En Cristo, el viejo hombre muere, y el nuevo hombre vive. El amor de Dios va más allá del dolor de tu pasado, y te hace nuevo.
Si no has aceptado a Jesucristo como tu Señor y Salvador, haz esta simple oración:
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, me arrepiento de mi pecado y me vuelvo a Ti.
Padre, recibo a Tu Hijo, Jesucristo, como mi Señor y Salvador. Creo que Jesucristo murió por mí.
Creo que Su sangre me lava y me limpia de toda maldad.
Padre, en Ti, soy libre. A través de la sangre de Tu Hijo, mi pasado es historia y mi futuro resplandece.
Padre, en Ti, soy hecho nuevo. En Ti, soy completo. En Ti, soy lleno. Padre, en Ti, soy restaurado.
Padre, rindo cada área de mi vida a Ti, ahora y para siempre.
En el nombre de Jesús, amén.
Escrituras
Acerca de este Plan
Vance K. Jackson guía a los lectores en este poderoso devocional que transforma el corazón. Porque de tal manera amó Dios al mundo que entregó a su Hijo como el Sacrificio Supremo. Dios te ama vehementemente. Su amor es más profundo de lo que las palabras pueden expresar. Dios se envolvió en carne y murió por ti. Jesucristo murió por ti. No importa el pecado. No importa el peso. No importa la carga. Cristo murió para liberarte.
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