Mejores Decisiones, Menos LamentosMuestra

El mandato de Pablo para «entender» la voluntad de Dios es una exhortación para confrontar lo que sabemos que tenemos que hacer en nuestros corazones. Somos maestros en el arte de la auto-decepción. Así que Pablo, al hacer uso de la gramática de sus tiempos, llega a la página, nos agarra del cuello, nos jala y grita: «¡Deja de jugar! Deja de fingir. ¡Deja de dar excusas! ¡Hazte la pregunta y acepta la respuesta!». Este es el último intento de Pablo para hacernos admitir lo que sabemos y actuar en consecuencia.

Por más lógico que parezca, la verdad es que la mayoría de las personas no toma la decisión sabia hasta que es su única opción. Para entonces, están intentando recuperar algo que han perdido o están a punto de perder. Al igual que tú, tengo amigos que cambiaron sus hábitos alimenticios poco saludables de la noche a la mañana después de padecer un cáncer o una enfermedad cardiaca. Los bultos, las obstrucciones o la dificultad para respirar nos obligan a enfrentar lo que nos hemos negado a reconocer durante años. Revelaciones como estas a menudo llevan a una disciplina de desafiar a la muerte.

No obstante, ¿por qué esperamos?

Para hacer uso de las palabras de Pablo, esperamos porque estamos poco dispuestos a enfrentar lo que hemos conocido desde el principio. Cuando dejamos de mentirnos a nosotros mismos, es maravilloso lo que sucede. Todos los que conozco que han experimentado una transformación después de un problema de salud, dicen lo mismo: «Debí haber hecho estos cambios hace años»; traducido: «Durante años me he negado a enfrentar lo que sabía que era cierto en mi corazón».

La quiebra puede tener el mismo efecto; al igual que un embarazo sorpresa, una carta del abogado de tu cónyuge, una condena por conducir bajo la influencia del alcohol o un viaje de desintoxicación con uno de tus hijos. Quizás eso es lo que se necesita. Hay algo ahí afuera en algún lugar que pueda llamar tu atención, ¡algo que te obligará a enfrentarte! Desafortunadamente, ese algo puede dejarte cicatrices y asustarte. Podrías quedarte con pocas opciones y menos oportunidades. Así que ¿por qué dejar que las cosas lleguen tan lejos? ¿Por qué no enfrentar ahora lo que sabes en tu corazón que necesitas hacer? ¿Por qué no preguntarse qué es lo más sensato que se puede hacer?