Claves Para Tener Intimidad Con DiosMuestra

Guardianes

Hace unos años, mi esposa y yo decidimos dar un paseo por nuestro vecindario nuevo. Era un hermoso día con una hermosa compañía. Caminamos varias cuadras por el vecindario y de vuelta a nuestra casa. Al llegar, la perilla de la puerta estaba con llave. Los dos pensábamos que el otro tenía la llave, pero ninguno la tenía. Nos quedamos afuera. Quedarse fuera de cualquier lugar es malo, pero quedarse afuera de tu propia casa es peor.

Hay una puerta espiritual que necesita abrirse para poder tener intimidad con Dios. En 1ª de Crónicas hay un versículo clave que está oculto porque está en medio de las genealogías. El pasaje nos dice quién sirvió en el templo y quiénes eran los levitas, pero en medio de todo eso, leemos un versículo que es clave para la intimidad con Dios.

Los levitas eran los guardianes del templo y se les encomendó la responsabilidad de las habitaciones y los tesoros en la casa de Dios. La Biblia dice: «Pasaban la noche alrededor de la casa de Dios, ya que era su deber cuidarla y abrir las puertas cada mañana» (1 Crónicas 9:27 NTV). Lo que me llamó la atención de esto es que cada mañana, los porteros tomaban la llave y abrían la puerta para que la gente entrara en el templo. Si no abrían la puerta, la gente no podía entrar en la presencia de Dios.

Ahora, me pregunto, ¿quiénes son los guardianes de esta generación? ¿Quién abre la puerta para que el pueblo de Dios entre en su presencia? Algunas cosas que nos permiten entrar en la presencia de Dios son la adoración, su palabra y la oración.

Dios desea tener intimidad con todos sus hijos. Dios quiere que lo conozcamos. Es increíble que el Dios invisible, el Creador del universo, el Dios de todo lo que vemos y todo lo que no vemos, quiera que lo conozcamos. Él es el Dios que conoce a los siete mil millones de personas que vivimos en este planeta. Él conoce cada cabello en nuestra cabeza, cada pensamiento en nuestra mente, cada deseo de nuestro corazón y, sin embargo, él busca ser conocido. 

San Agustín dijo: «Enamorarse de Dios es el mayor romance, buscarle la mayor aventura y encontrarle el mayor logro humano».