Las Buenas Noticias De Dios - Parte 2Muestra

¡Buenas noticias! Jesús, vida y resurrección – parte 3

El día de ayer vimos como Marta, apenas se entera que Jesús estaba en Betania, salió corriendo a recibirlo, y en el encuentro tuvo una conversación con Él y fue fortalecida. Hoy leeremos un poco más sobre María, la otra hermana de Lázaro, ella a diferencia de Marta, no salió en busca del señor, sino que se quedó en casa; quizás porque su personalidad era más tranquila que la de Marta y esperaba su visita, aunque también “es probable que con esta circunstancia el evangelista quisiera transmitir la idea del dolor y la angustia de María; porque en la antigüedad las personas afligidas acostumbraban ponerse en esta posición como expresión de su angustia; como si su dolor les hiciera imposible moverse.” (Clarke)

Versículos 28 al 31: Observa que Marta, una vez termino de conversar con Jesús, se fue y llamó a su hermana María, diciéndole en secreto: “El Maestro está aquí y te llama” (v. 28), lo que nos da entender que Jesús era reconocido entre sus seguidores como el incomparable Maestro, así mismo me parece entrañable la escena de que es Jesús quien manda a llamar a María, dejando claro que Él “está aquí”, presente en nuestro dolor para trasmitirnos confianza, y nos llama a sus brazos para ser consolados y ayudados. Así que María se levantó enseguida y fue a verlo, en el mismo lugar en donde converso con su hermana Marta (Vv. 29-30), y por la forma tan apresurada en que salió, los judíos que estaban en la casa consolándola, pensaban que había ido a llorar a la tumba de su hermano, pero nada de eso, ella había ido a verse con su Maestro.

Versículos 32 al 37: Observa que María dijo las mismas palabras de su hermana Marta: “Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano” (v. 32), con la diferencia de que María no solo dijo esas palabras, sino que también se postró a los pies de Jesús, enseñándonos que el dolor de las tragedias humanas, no pueden estorbar nuestra adoración. Ahora, no sabemos que tono de voz dijeron esas palabras Marta y María, pero estamos seguro de que ambas creían en el poder de Jesús para sanar a los enfermos. 

Analiza, que Con Marta Jesús conversó, pero con María se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció (v. 33); estas mujeres eran diferentes, Marta parecía ser una mujer más fuerte y decidida, pero María estaba llorando desconsoladamente (v.33), así que Jesús lidio con cada una de ellas de una forma diferente, empatizando con ellas, comprendiendo y compartiendo su dolor, por el amor que les tenía. Luego, acompaña a María a la tumba de su hermano Lázaro, y ahí “Jesús lloró” (v. 35), lo que generó diversas opiniones entre los judíos que estaban presentes, algunos también sintieron simpatía y otros dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera? (Vv. 36-37), y quizás esta misma pregunta nos hacemos nosotros cuando sabemos que Dios ha hecho algo con otras personas o situaciones, pero no ha hecho lo mismo en nosotros o por nosotros, por eso te dejo meditar con las siguientes suposiciones y preguntas de Spurgeon: 

“Supongamos que Jesús está dispuesto a abrir los ojos del ciego, y sí los abre; ¿está obligado por lo tanto a resucitar a este hombre muerto en particular? Si no lo considera apropiado ¿prueba eso que no tiene poder? Si deja morir a Lázaro ¿se ha probado entonces que no puede salvar su vida? ¿No puede haber otra razón? ¿Acaso el Omnipotente siempre ejerce su poder? ¿Alguna vez ejerce todo su poder?”