Hermoso embarazoMuestra

"¡Qué la alabanza sea lo primero!"

Dios quiere que su pueblo viva un estilo de vida de gratitud. En el libro de los Jueces leemos que, cuando llegó el momento de que los israelitas lucharan contra los benjamitas, Dios les ordenó específicamente que enviaran primero a la tribu de Judá. 'Judá' en hebreo significa 'alabanza'. Deja que la alabanza y la acción de gracias vayan primero antes de cada prueba o batalla que enfrentes, incluyendo tu embarazo.

Alabemos y demos gracias a Dios por adelantado por lo que está por venir. Agradece a Dios por un embarazo hermoso y un bebé sano que viene en camino. Agradece a Dios por un parto normal y por la sabiduría que Él dará a los médicos.

Acepta los cambios en tu vida con alegría. Comienza a visualizar cosas buenas para ti y para tu bebé. Pon alegría y canciones en cada pequeña cosa que hagas, ya sea recoger la ropa o barrer el suelo de la cocina.

Cada mañana, al levantarte, piensa en el gran privilegio que es el estar viva: respirar, sonreír, amar y, sobre todo, dar a luz una nueva vida. Dedica tiempo a hacer cosas que te gusten. Sal a pasear con tu cónyuge. Habla con Dios sobre tu embarazo. Cuéntale cómo te sientes y pídele Su sabiduría en todas las decisiones que tomes.

¿Qué tal si haces un libro de bendiciones sobre tu embarazo y tu parto? Haz una lista de todas las provisiones con las que has sido bendecida, escribe tus testimonios, pega los buenos informes que recibas de tu médico, y te sorprenderás de la forma maravillosa en la que Dios te ha estado acompañando.

Sé que a la mayoría de nosotras nos gustaría confiar en nuestra memoria; sin embargo, puedo decirte por experiencia que, cuando lo escribes, no solo resulta fácil contar las bendiciones a medida que pasan los años, sino que también fortalecerá tu fe al darte cuenta de que la fidelidad y la gracia de Dios te han acompañado en cada paso de tu vida.

Recuerda que estar feliz o alegre no significa necesariamente que todo esté bien, pero sí que has tomado la decisión de mirar más allá de tus circunstancias y confiar en Dios. Así que ¡alégrate en Él!