El Gran "Yo Soy" Y Sus PromesasMuestra

Y ¿Si decides confiar en Dios y dar el salto de fe?

Hace unos años trabajé en una multinacional de telecomunicaciones. Recuerdo que en una de las cumbres de estrategia y trabajo en equipo, nos guiaron a realizar un ejercicio de “Caída de confianza”, donde una persona se colocaba en una plataforma y luego deliberadamente, caía ciegamente hacia atrás, poniendo toda su confianza en todas las personas que estábamos detrás con los brazos extendidos para atraparlo antes de que cayera al piso.

Lo interesante del ejercicio era que todos, incluyendo los jefes, debían hacer el salto de confianza desde la plataforma. Este ejercicio lo suelen usar las empresas y los equipos deportivos para generar confianza entre empleadores, empleados y compañeros de equipo.

Querido amig@, de alguna forma aprender a confiar en las promesas de Dios es como dar un salto o caída de confianza. No podemos experimentar la plenitud, el cuidado, la bondad, la protección y la guía de Dios (Con todo lo que esto implica) a menos que “Demos el salto de fe – Y nos arrojemos a su cuidado”.

“Mi profunda necesidad llama a la profunda bondad de tu amor… Todo el día las promesas de amor de Dios se derraman sobre mí.” (Sal 42:7-8)

Todos, absolutamente todos, buscamos paz, protección, ser afirmados, valorados y amados. Pero con demasiada frecuencia, lo buscamos en los lugares y personas equivocadas. Con cuanta frecuencia luchamos con pensamientos como: Si solo pudiera tener… tendría más paz, o si pudiera hacer esto o aquello… tendría esto, o lo otro.

Nos sorprendería saber que la paz no siempre es el resultado de la ausencia de conflicto. La Biblia describe a la persona que ha dado el salto de fe o caída de confianza en Dios, como alguien imperturbable, bendecida y en paz, a pesar de... Las crisis, los comentarios destructivos, los rumores de malos vientos y el ataque de sus enemigos.

Con justa razón el profeta Isaías pudo decir: “Tú guardarás en completa paz, a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” (Is 26:3)

Por tanto, considero querido amig@, que esta es una poderosa promesa de Dios a la cual aferrarnos, para que nuestros corazones se mantengan firmes, en paz y confiados en Dios mientras avanzamos en medio de las adversidad o la planitud de la vida.

Recuerda, Dios es un dador de promesas, pero más importante aún, Dios es quien hace que sus promesas se cumplan.

Oremos juntos: Amado Dios y Padre Celestial, quiero pedirte que me ayudes a dar de forma definitiva el salto de fe hacia ti, ayúdame a confiar en tus promesas, y soltarme por completo en tus brazos y a tu cuidado para el año que comienza, con todo lo que tienes preparado para mí. Te lo pido en el precioso nombre de tu Hijo Jesucristo.

¡Amén y amén!