Cómo amar al prójimoMuestra

La gente que conocemos

Todos tenemos personas cercanas en nuestras vidas. Puede parecer fácil amar a quienes conocemos bien, pero, en verdad, a veces no lo es. Amar al prójimo significa que debemos hacerlo tanto en las buenas como en las malas. Aplaudir sus éxitos y consolar sus fracasos. 

Algunos ejemplos prácticos de cómo hacerlo:

Alivia sus cargas. Cuando conoces bien a alguien, sabes cuándo sus cosas andan bien y cuándo no. Cuando alguien se  enfrenta a un problema, puedes ser parte de la solución. Es fácil decir:“Avísame si necesitas algo", pero la verdad es que la mayoría de la gente no lo hará. Debes poner tus palabras en acción, por ejemplo: “Esta noche, llevaré la cena a tu familia. ¿A qué hora te parece bien?”

Extiende tu gracia. Una de las formas más importantes de amar a tu prójimo es hacer concesiones a sus defectos. Optar por la gracia significa perdonar a los que te ofenden. Después de todo, Dios nos ha perdonado tanto a cada uno de nosotros que no es prudente justificar nuestra falta de perdón hacia los demás. A través del proceso de perdonar a otros, te liberarás de albergar amargura. 

Edifica a los demás. Con tus palabras y acciones, haces una de dos cosas: construir o destruir. El mundo no siempre es amigable, así que sé un portador de buenas noticias para las personas que te rodean. Nunca sabes cómo tu palabra o acto amable cambiará el día de alguien, y potencialmente su futuro. 

Puedes encontrar varias formas de mostrar amor a tus conocidos. Tal vez, hacer un recado a alguien que no puede salir, hacer sus tareas domésticas o pasar algún tiempo escuchando con atención cuando pasan por dificultades. Aprende a poner las necesidades de los otros antes que las tuyas más a menudo. Cuando haces esto, estás actuando como lo hizo Jesús, ya que no hay mayor amor que cuando te olvidas de ti mismo y haces algo por otra persona.