¡Pobre de mí! Muestra
Reconocerlo
Entonces, ¿cómo salimos de la autocompasión y entramos en la fe cuando las circunstancias difíciles llegan? Este es el primer paso:reconocerlo.
La autocompasión puede ser engañosa. Puede aparecer en mi mente (¡y quedarse allí!) antes de que yo lo sepa que siento pena por mí. ¿Reconoces alguno de estos pensamientos de la autocompasión?
. Nadie se preocupa por mí, ni me entiende.
. No funciona (variación: ¿Cómo puede ser que a ellos le funciona y a mí no?)
. ¿Por qué nadie me ayuda?
. ¿Por qué Dios me pide más a mí que a otras personas?
. ¡Es tan difícil! (variación: nadie la tiene tan difícil como yo.)
.Yo hago todo para los demás, pero nadie hace algo por mí.
.Sería mejor si yo muriera.
.No puedo hacer nada bien.
. He hecho todo a mi alcance, pero no funcionó.
.¡Odio mí vida! Todo está mal, Nada está bien.
. Estoy tan cansado.
No soporto más.
Bastante doloroso, ¿no? Sabe esto:todos hemos tenido pensamientos como estos. Bienvenido a la raza humana. Pero los que los superan, no viven en ellos. ¡Y no puedo superar estos pensamientos si no los identifico! Si los dejo en mi mente, se convierten en fortalezas.
Gracias a Dios, Él dice que tengo armas para derribar estas fortalezas: "...derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Corintios 10:5 Rvr1960).
Escrituras
Acerca de este Plan
¿Tienes problemas hoy? ¿Te ha herido alguien? ¿Has caído enfermo, experimentado la falta de algo, o sufrido reveses devastadores? Es fácil sentir pena por ti mismo en momentos como estos. ¡Pero Dios ha hecho una salida para ti! ¡Es tiempo de acabar con la pena, levantarse, aferrarse de las promesas de Dios y ser un vencedor!
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