Hambre de DiosMuestra

Solo Dios puede satisfacernos

Como seres espirituales eternos en cuerpos temporales, somos diseñados para adorar. Creados a la imagen de Dios, deseamos estar conectados con quien nos hizo y nos conoce como sus hijos, deseamos estar conectados con nuestros padres. Queremos pertenecer a algo significativo, una causa que trascienda nuestro propio ego, estatus, riqueza y fama. Queremos cumplir nuestro propósito para el cual Dios nos creó, dándonos en servicio para que otros puedan experimentar Su gracia, misericordia, paz, gozo y abundantes bendiciones.

Buscar este tipo de sustento para nuestras almas no significa que nuestras vidas serán fáciles, confortables o libres de sufrimiento. Por el contrario, cuanto más conscientes estemos de nuestro deseo de amor, servicio y obediencia a Dios, más a menudo sufriremos las consecuencias de vivir en un mundo de pecado. De hecho, Jesús incluyó a estas personas en Su lista de bendecidos, lo que llamamos las Bienaventuranzas, parte del Sermón del Monte: "Bienaventurados aquellos que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados" (Mateo 5:6 NIV).

En lugar de esperar, sufrir, y confiar en el Señor, a menudo somos tentados a hacer las cosas a nuestra forma cuando nos sentimos vacíos por dentro. En lugar de seguir a Jesús y acercarnos a Dios por alimento para nuestras almas, caemos en la tentación y buscamos resultados inmediatos. Nuestros intentos para encontrar alimento espiritual en una dieta mundana son en vano. Perseguimos metas, relaciones, posesiones y logros que, creemos, nos harán felices, pero al alcanzarlos descubrimos que el dolor interno continúa. El profeta Isaías expresó simple y poéticamente nuestro deseo espiritual y la frustración que sentimos cuando nuestros intentos de satisfacción fallan:

Vengan, todos los sedientos, vengan a las aguas; y ustedes que no tienen dinero, vengan ¡compren y coman! Vengan, compren vino y leche sin dinero y sin costo. ¿Por qué gastan el dinero en lo que no es pan, y su trabajo en la que no sacia? Escuchen, escúchenme, y coman lo que es bueno, y tendrán deleite en las cosas más ricas.

-Isaías 55:1-2

Como el profeta dice, nada que podamos comprar va a satisfacer en la misma forma en que Dios llena nuestros corazones y alimenta nuestras almas. Este es el tipo de comida que toca todos los sentidos mientras que "nos deleitamos en lo mejor" sabiendo que la bondad de Dios nos satisface verdaderamente.