Abrumada por mis benediciones (Parte 4)Muestra
MODELARLO
Los niños son buenos en añadir presiones a nuestro día. Todas las preguntas, todas las necesidades, todos los conflictos. De seguro la vida era más fácil antes de que Dios añadiera estas bendiciones a nuestras vidas.
Cuando los hermanos pelean, nuestras antenas de madre rápido levantan bandera roja. ¡Queremos que pare! Ahora. Especialmente antes de que se vuelva físico, lo que puede llegar a pasar, aunque sean niños pequeños. El mundo le llama “rivalidad de hermanos”, pero yo lo quiero pensar como interacciones humanas normales—relaciones humanas.
Cada relación tiene su conflicto. ¡Las relaciones serían fáciles si no fuera por las personas! Nos reímos con eso, pero sabemos que es verdad.
Como madres, nos encontramos repitiendo las palabras una y otra vez: “¡llévense bien! ¡Deja de pegarle a tu hermano! ¿Qué voy a hacer con ustedes dos? ¿Algún día esto parará? ¡Ve a tu cuarto!” Preguntamos las mismas preguntas sin respuesta y disparamos órdenes repetidas y nada parece cambiar.
Hoy nos enfrentamos a los mismos problemas que nos enfrentamos ayer. Estamos cansadas de repetir las mismas palabras a oídos sordos que simplemente no entienden. Nos sentimos como discos rayados.
Durante los años de ministerio de Jesús, Él repetía una y otra vez, pero nunca con órdenes de una oración llenos de desesperación. El tomaba su tiempo. Se sentaba con las personas y conversaba. Sus historias eran repetitivas—sobre las mismas situaciones: amar a Dios y amar a otros. Repetía a las personas que no entendían, pero no renunció a decirlo. Simplemente tomó una manera diferente para decirlo.
Estableció un buen ejemplo para nosotros, diciendo lo que tenía que decir en una repetición calmada, creativa, con amor—no en gritos y órdenes. Él enseñó con el ejemplo.
Aquí está: Solo Dios puede cambiar un corazón. Si las palabras cambiaran el corazón de una persona, ¡todos mis hijos hubieran sido perfectos!
Madres, continúen corrigiendo en amor, pero mas de lo que hables, modela un espíritu tranquilo y calmado. Toma un minuto para componerte y calmar tus nervios. Demuestra una disculpa pidiendo su perdón cuando has perdido la calma, y enséñale a tus hijos a pedir perdón unos a otros. Interpreta una repetición del escenario acalorado, pidiendo actitudes y voces más tranquilas. Solo ¡no te descompongas ni te rindas! Mantente practicando y repitiendo. Después de todo, ¿cuántas veces la Biblia nos dice “no temas”? Y aún así…
Hoy, comienza tomando el tiempo para sentarte con tus hijos, no para un sermón, sino para un compartir de vida, amor y relación. Ora con ellos y sobre ellos, derramando tu corazón a Dios enfrente de ellos. No será tiempo perdido.
No solo lo digas; modélalo. No solo lo digas; óralo.
Padre, lo admito, pierdo el control con demasiada frecuencia cuando mis hijos entran en conflicto. Por favor ayúdame a hacer un alto en mi día para dedicar el tiempo necesario a entrenarlos, enseñándoles tu amor y tus formas en conversaciones creativas. Ayúdame a escuchar mis propias palabras a medida que fluyen de mi corazón, cuidando de la falta de paciencia y amabilidad, pero sobre todo, ayúdame a no ser un hipócrita con mis propias palabras. Oro por un destello de Tu presencia en los corazones de mis hijos, mostrándome que estoy en el camino correcto. Dame valor para orar frente a ellos, convirtiéndote en el centro de nuestro día.
Considera leer las escrituras de El Mensaje.
Acerca de este Plan
Ánimo para madres, de una mamá que crió a sus 7 hijos y vivió para contarlo. Esta es la parte 4 de 12 devocionales en estas series por Robin Meadows. ¡Gracias Yaritza Carrero por esta traducción!
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Nos gustaría agradecer a Robin Meadows por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://instagram.com/manymeadows