Esfuérzate aún más

Es maravilloso saber como la Palabra de Dios nos transforma y nos edifica. Gracias al Espíritu Santo que está con nosotros podemos entender y discenir aquello que es agradable a Dios. Ahora que ya conocemos lo que le agrada es necesario llevarlo a la acción. La Palabra de Dios es viva, es real, es para que vivamos como ella nos lo indica. En nuestra vida de creyente comenzamos este proceso de ser transformados y ahora vivimos para él.



En el camino, podemos encontrar dificultades, momentos difíciles o incluso pruebas que hagan que nuestras fuerzas disminuyan o queramos bajar la guardia ante las tentaciones. Debemos recordar que Dios nos ha dado la capacidad para vencer, así que debemos honrar al Señor con todo lo que somos, incluso con nuestro propio cuerpo, debemos de aprender a agradar a Dios con ello. Antes de agradar con lo externo, es necesario agradar con lo interno. Dios nos ha llamado a llevar una vida en pureza, alejado del pecado. ¿Qué haces con el templo de Dios que es tu cuerpo? 


Nuestra naturaleza pecaminosa no busca otra cosa más que satisfacer los deseos engañosos de la carne, todos aquellos impulsos que nos llevan a querer hacer cosas que desagradan a Dios provienen de la naturaleza de pecado, cada vez que sientas hacer algo que no es correcto es esa naturaleza que intenta dominarte, pero gloria a Dios que en él hemos vencido, por medio de Su Espíritu vencemos esta naturaleza de pecado para hacer aquello que agrada a Dios.

Esta lucha del día a día, nos hace que nos esforcemos cada día más para agradar a Dios, nuestra meta es ser como Jesús, él agradó a Su Padre en todo. Su Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, por medio de él es que necesitamos esforzarnos cada vez más, con él iremos conquistando esas áreas que por los momentos no agradan a Dios. Así que si caes, vuelve a levantarte, sigue en el camino por agradar a Dios.


Dios te agradezco, porque sé que me ayudarás a poder hacer lo que a ti te agrada, que tu Espíritu Santo me guíe a honrarte desde mi interior y que pueda reflejarte en mi exterior. Gracias que por medio de tu Espíritu soy vencedor; lléname de tu sabiduría para hacer lo que a ti te agrada. En nombre de Jesús ¡Amén!