ORAR BAJO UN CIELO ABIERTOMuestra

  Entre en su presencia con osadía

  Jesús declaró que Él mismo era más que un profeta, más que un rabino, más que un libertador político, y más que un rey. Se declaró a sí mismo el puente entre el cielo y la tierra, el vínculo entre Dios y el hombre, el portal que Dios ha abierto en la tierra y que nos da acceso directo a las esferas celestiales.

Y sin embargo, muchas personas siguen haciendo la oración de Isaías para que Dios rompa los cielos y descienda, rogando con desánimo como un mendigo que clama tristemente por un pedazo de pan.

Dios quiere que nos acerquemos a Él en oración con plena seguridad y confianza en su provisión que es todo suficiente. Hoy podemos entrar osadamente en la presencia de Dios con una conciencia pura y un corazón lleno de fe, sabiendo que Dios ya ha destruido todo lo que se interpone entre nosotros y Él mediante la sangre de Jesucristo.

Hebreos 10:19-22 nos asegura que tenemos tanto el derecho como la responsabilidad de caminar en esta osadía delante de Dios, y Él explica por qué: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”.

Él nos ha dado verdaderamente las llaves del Reino de los cielos. Mediante la oración, ponemos en acción osadamente este poder increíble. Alguien dijo una vez: “La oración es la oportunidad única de toda la vida”. La oración de Isaías ha sido respondida. Dios ha roto los cielos. Ahora entremos osadamente en la presencia de Dios, ¡y traigamos el cielo a la tierra!