Reflexiones ¡de Película! de COMEDIA DISPARATADAMuestra

TONTO Y RETONTO

   Lloyd y Harry son una pareja de amigos recordada por el mundo entero gracias a su divertida manera de ser. Para muchos, el sobrenombre de "tonto" sería una dura carga de llevar sobre sus hombros, pero estos dos ni siquiera se dan cuenta de que los tratan como tales y, obviamente, han dejado claramente demostrada su capacidad para los desastres.

  Perder la billetera mientras intentan robar el periódico del día, encender fuego en una gasolinera, avanzar cientos de kilómetros en vano por elegir una ruta equivocada, cambiar su camioneta de trabajo por una pequeña motocicleta barata, matar por descuido a la lechuza en peligro de extinción que se agasajaba en su acontecimiento, caminar con esquíes dentro de una cafetería, pegarse la lengua en el caño congelado de una aerosilla o hacer uso de un baño que estaba fuera de servicio son algunos ejemplos que demuestran, con toda propiedad, por qué llevan esos sobrenombres.

  En una de las tantas escenas divertidas, Lloyd enfrenta un dilema sentimental, y le pregunta al amor de su vida: “¿Cuáles son las posibilidades de que una chica como tú y un chico como yo lleguen a tener una relación?”. A lo que Mary respondió sutilmente que las posibilidades no eran buenas; que más bien, la posibilidad era de “una en un millón”.  Y, aunque el resto del mundo se hubiera hundido en frustración ante tal respuesta, Lloyd, con toda, alegría dijo: “¿Una en un millón? ¡Sí! ¡Al menos tengo una!”.

    ¿Cuántas veces, en el trabajo de consejería espiritual, se atraviesa por la compleja situación de discernir si ciertas personas pecan de tontos o de ingenuos y frente a ello es necesario evaluar si el tiempo invertido realmente tiene sentido?