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Paz es vivir en el propósito de Dios

¿Alguna vez te has sentido como si Dios te hubiese fallado? ¿Esperabas cierta clase de vida o cierta respuesta a una oración y las cosas no son como habías imaginado o deseado? Vivir creyendo que Dios te ha fallado roba tu paz; te sientes inquieto porque no puedes aceptar la temporada tal como es ni ver más allá. Sin embargo, la Biblia nos enseña que paz es vivir en el propósito de Dios. 

Ahora, esto no siempre es fácil. Muchas veces implica atravesar por situaciones adversas, incluso dolorosas; otras veces significa renunciar a expectativas que nos hemos creado, y abrazar el plan de Dios.

He contado antes que por mucho tiempo me resistí a servir a Dios porque pensaba (y me apena decirlo) que Dios me quería enfermo, pobre y amargado. ¿Puedes creerlo? Desconfiaba de sus intenciones, dudaba de sus planes para mi vida y escuchaba al enemigo decir: “Dios no te quiere bendecir, no quiere verte bien”; y mientras me rehusaba a aceptar su propósito para mi vida, la paz también me evadía. Vivía intranquilo y en constante resistencia.

Dios me quebrantó. Tuve que rendir mis argumentos y tomar el riesgo de confiar que sus planes para mí son buenos; que efectivamente quiere darme un futuro y una esperanza.

Hoy ya no tengo que pelear con él acerca de mi futuro. Camino con la confianza de que, no importa lo que signifique seguirle, vale la pena y es lo mejor para mí. Me enfoco en recordar que Dios me llamó conforme a su propósito y que, aunque el panorama inmediato no parezca favorable, él puede y quiere usar todo para que actúe a mi favor. 

Por último, hay un pensamiento más que trae paz a mi alma: saber que Dios se ha propuesto terminar la obra que ha comenzado en mí. Dios está comprometido con su plan para mi vida. Él no se rinde, ni se rendirá conmigo; hará que se cumpla plenamente el propósito para el cual me creó y me llamó.

Oración

Dios, hoy declaro mi plena confianza en tus planes para mi vida. Creo con todo mi corazón que hay propósito en lo que estoy viviendo hoy, que es parte de algo más grande, y creo también que terminarás la obra que te has propuesto hacer en mí. Hoy me atrevo a probar la paz que hay al caminar en tu propósito. En el nombre de Jesús, amén.