Apropiándonos de la fortaleza de DiosMuestra
Para tomar la fortaleza de Dios, primero necesitamos reconocer nuestra incapacidad
En Génesis 15:2-3 observamos la reacción de Abraham a pesar de lo que Dios le había dicho. Es como si Abraham dijera: ¿De qué me ayuda que seas mi escudo y mi galardón? Lo que más anhelo es un hijo, y aun no me lo has concedido ¿Dónde está la descendencia que me prometiste?
Abraham para fortalecerse en Dios, necesitaba reconocer su incapacidad para ayudarse a sí mismo.
Necesitamos menguar para poder tomar de Dios
Ese reconocimiento implica menguar delante de Dios. Reconocer nuestra insuficiencia y falta de méritos para proveernos a nosotros mismos de fe, paz, gozo, sabiduría o fortaleza. Nuestra inteligencia, fuerza de voluntad, talentos, habilidades y recursos pueden ser un estorbo a la hora de tomar de Dios.
Para menguar necesitamos experimentar el quebrantamiento
Esta es una de las lecciones más difíciles de asimilar y aceptar. El quebrantamiento es simplemente destrucción: de nuestra autosuficiencia, vida independiente de Dios, confianza en los recursos y habilidades propias, fuerza de voluntad, inteligencia, etc.
A veces Dios tiene que vencer nuestra voluntad, autosuficiencia, voluntarismo, confianza en nuestra inteligencia, conocimientos, talentos y habilidades propias, para que anhelemos apoyarnos en Él.
En Génesis 15:1-3 observamos un Abraham voluntarioso que vislumbraba a su mayordomo como heredero. Ya en Génesis 16, siendo Abraham de 85 años, y ante la aparente demora de Dios, Abraham se inventa su propia solución, tomando a su sierva como mujer para concebir de ella un hijo.
Abraham estaba acostumbrado a contar con sus recursos y fuerzas: su mayordomo, su esclava, la vitalidad de su cuerpo. Pero, finalmente, nada le funcionó. Abraham necesitó llegar al extremo de su fortaleza, para terminar de rendirse a Dios.
25 años de buscar sus propias soluciones sin coronar el éxito, lo habían debilitado. 25 años eran suficiente para romper la confianza en apoyarse en su propia vitalidad, fuerzas físicas y recursos propios. Pero Dios le dijo: Yo soy tu fuerza. Lo que para ti es imposible, para mí es posible.
Necesitamos entender que la fortaleza proviene de Dios, y no de nosotros mismos. Salmo 84:5ª: “Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas”.
Escrituras
Acerca de este Plan
¿Cómo tomar de Dios la fuerza que necesitamos para sobreponernos a los reveses en la vida? Abraham es un modelo de cómo apropiarse de la fortaleza de Dios para prevalecer ante las adversidades. El padre de la fe un ejemplo de cómo aprender a tomar de Dios los recursos y la fuerza para vencer las dificultades, a pesar de las dudas y luchas que experimentó en su vida de fe.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/