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Día 4: La decepción con Dios

La decepción es un gran tema. Algunas decepciones son grandes y pueden hundirnos si las dejamos. Otras decepciones son pequeñas y nos hacen sentir como si experimentásemos la muerte a través de mil cortes de papel.

La decepción es una de esas cosas que si no la procesamos, finalmente supura y crea insatisfacción dentro nuestro. Esto, finalmente, nos lleva a dudar de la bondad de Dios. Si no creemos que Dios es bueno, ¿cuál es el punto en elegir Su camino en lugar del camino del mundo?

Al luchar con la decepción, comenzamos a ver que Su bondad y amor, a veces, son diferentes a los nuestros. Otra vez, volvemos a la idea que Él existe en otro plano el cual nosotros, simplemente, no podemos comprender. Consideremos por un momento la respuesta de Jesús al descubrir que Su amigo Lázaro estaba enfermo. Juan nos dice que cuando Jesús escuchó que Lázaro estaba enfermo,debido a que amaba tanto a Lázaro y a sus hermanas, Él esperó dos días antes de ir. ¡¿QUÉ?!

Si lees el resto de la historia, verás que Jesús les reveló más con Lázaro muriendo y siendo resucitado que si sólo lo hubiera sanado. A veces las cosas en nosotros deben morir y eso no es algo lindo de elegir. ¡Pero Él promete finalizar en nosotros lo que Él empezó!

Hoy, considera en qué situaciones estás decepcionado con Dios. ¿Cuándo has sentido como si Él no se hubiera mostrado? ¿En qué área está tu corazón herido con dolor? Invítalo a Él a esos lugares y comienza a procesarlos.