PacienciaMuestra

Dios es paciente conmigo y yo con ellos

En el primer versículo que estudiamos hoy, podemos darnos cuenta que el primer fruto del Espíritu es el amor, pero esta clase de amor tiene dos características: es paciente y bondadoso. Por lo tanto, antes que todos los demás frutos del Espíritu, lo que debemos demostrar ante los demás es la paciencia con amor y tenerlo en mente en cada momento para cuidar nuestro corazón y nuestras relaciones personales. 

Para los que somos papás, ¿cuántas veces se nos ha agotado la paciencia con nuestros hijos por temas como la escuela, las tareas o que se hizo tarde para llegar a algún lugar? En nuestro trabajo, ¿cuántas veces hemos sentido que estamos por perder la paciencia ante nuestro jefe, un cliente o un compañero?, incluso en nuestra familia ¿cuántas veces hemos reaccionado sin amor ante ellos?

Es difícil ser paciente con los demás cuando no lo eres contigo, por lo tanto necesitamos que Dios nos ayude y enseñe a serlo, primero con nosotros, para que el fruto que se produzca se refleje en nuestras relaciones con los demás. Una de las maneras en las que nos damos cuenta que aún no somos lo suficientemente pacientes con nosotros es cuando no lo somos con los demás.

Te animo en este día a que observes cuáles son las situaciones en tus relaciones interpersonales que hacen que tu paciencia mengüe, para que le pidas a Dios que te ayude a trabajar más en ello mientras comienzas a experimentar un amor renovado hacia los demás.

Oración

Señor, permíteme ver el fruto de la paciencia que me enseñas a tener conmigo mismo para reflejarlo hacia los demás, ayúdame a identificar cuáles son las áreas en las que no estoy siendo paciente con los demás para ponerlo en tus manos y que me enseñes a tratar con ello. Te doy gracias porque me estás enseñando a amar con paciencia y bondad a los que me rodean y gracias por estar a mi lado. En el nombre de Jesús, amén.