[Serie 2020] Legado: ¿Limitado o lanzado?Muestra

Cómo lanzó su legado el rey Ezequías

Durante los últimos dos días, nos hemos centrado en un incidente en la vida del Rey Ezequías que puso su legado en peligro: no dio gloria a Dios, reconociéndolo como el Dueño y Proveedor de sus riquezas. La locura del rey trajo una terrible profecía sobre su vida que puso en peligro el legado que habría pertenecido a sus hijos.

¿Pero qué lanzó su legado antes de que este incidente tuviera lugar? Como leemos en 2 Reyes capítulos 18 y 19, la fidelidad de Ezequías lanzó su legado. Se aferró al Señor y cumplió los mandamientos de Dios. La forma en que confió en el Señor le hizo prosperar en todo lo que hizo. 

Ezequías fue uno de los pocos reyes de Judá que removió los lugares altos y rompió los pilares que se usaban para la adoración pagana. Amaba a Dios más que a nada, incluso si tenía que ir en contra de lo que la mayoría de la gente hacía. Guió al pueblo de Judá hacia Dios, eliminando todo lo que se elevara en contra de Dios. Su fidelidad elevaba a Dios y eliminaba las distracciones. Dios era la prioridad número uno en la vida de Ezequías.

En vista de este ejemplo de vida, debemos preguntarnos: "¿Hay algo en mi vida que me haga amar a Dios menos de lo que es digno? ¿Cuál es mi prioridad número uno en la vida? Cuando tengo un problema, ¿quién es la primera persona a la que acudo?". La respuesta a estas preguntas nos mostrará innegablemente nuestro corazón.

Hoy leerás otro capítulo de la vida de Ezequías que demostró su "verdadero corazón". Una vez, fue desafiado por el rey de Asiria-Sennacherib. Este horrible rey amenazó al pueblo de Judá, diciendo que Dios no podía librarlos de su mano. Se sentía poderoso porque previamente había destruido a otras naciones y a sus dioses.

La reacción del Rey Ezequías fue ejemplar: ante la amenaza, fue a la casa del Señor para orar y adorar. Lo primero que hizo cuando se enfrentó a una terrible amenaza hacia su vida, reino, riquezas y pueblo fue ir a la fuente de su fuerza. Reconoció el poder de Dios y le pidió que los salvara para que todos los reinos de la tierra supieran que sólo él era Dios y que no había otro. Su oración no sólo lo salvó a él y a Judá de su enemigo, sino que también fue lo que lanzó el legado de Ezequías.