El valor del tiempoMuestra

Administrar el tiempo es esencial para administrar la propia vida

Santiago 4:14 nos dice que la vida es como neblina que aparece por un tiempo, y luego se desvanece. Dice el Salmo 90:10 que los más robustos llegan a vivir 80 años. La vida es fugaz. Esto debe darnos una clara orientación sobre el valor del tiempo, que es igual al valor de nuestras vidas. Cuando el tiempo se nos escapa de las manos, con él se escapa también la vida, porque el tiempo es la materia prima de la que está hecha la vida; sólo tenemos una vida por un tiempo determinado. La forma como una persona valora su vida, es proporcional a la forma como valora su tiempo.

Por lo tanto, ser un buen mayordomo del tiempo es sabio. Y ser un buen mayordomo requiere diligencia en el uso del tiempo. La palabra de Dios nos exhorta a caminar guiados por la sabiduría, lo cual requiere tener cuidado y mantener atención en cada paso que damos, especialmente en la administración del tiempo.

Diligencia nos habla de exactitud, rigurosidad, ser activo y cuidadoso. Implica ser cuidadoso (actuar con esmero) y rápido (actuar con prontitud, no apurado ni precipitado) al hacer una cosa. El diligente actúa con apremio, determinación, sin dilación, en forma expedita, evitando posponer las decisiones (sin procrastinar); pero también actúa con entrega, dedicación, meticulosidad, prolijidad y enfoque en lo que hace, lo cual conlleva ser eficiente y eficaz en lo que hace. En contraste, el necio e insensato actúa con descuido, desperdiciando el tiempo, la energía, el dinero y el talento.

Especialmente la diligencia se relaciona en el uso del tiempo: Aprovechando bien el tiempo. El cómo usemos el tiempo afecta nuestra efectividad, nuestros resultados y logros, nuestra vida en general (familia, trabajo, relaciones); y también lo que hagamos en esta tierra para cumplir los planes de Dios. Eso es así porque en cualquier emprendimiento o actividad, los límites de rendimiento están determinados por el recurso más escaso, y no hay nada más escaso que el tiempo. De modo que sin controlar el tiempo no se puede controlar nada más.