Fe InamovibleMuestra

HABLA VIDA 

¿Tus palabras producen tranquilidad o desesperación? ¿Producen paz o ansiedad cuando hablas a aquellos que te rodean? 

El versículo de hoy nos recuerda el poder que conllevan nuestras palabras. Tal es el impacto de nuestra lengua que la Biblia directamente la describe como capaz de llevar a la vida o a la muerte. 

Me encanta la oración en el salmo 141, donde el salmista le pide a Dios que tome control de sus palabras y guarde sus labios. Estamos acostumbrados a pedirle a Dios que nos cuide de lo que pueda afectarnos desde afuera, pero ¿alguna vez le has pedido que guarde lo que sale de tu boca? 

Nuestras palabras son un desborde de aquello que llena nuestro corazón. Si permitimos que todo lo bueno, todo lo excelente y todo lo digno de admirar llene nuestros corazones, entonces podremos estar seguros de que lo que salga de nuestros labios será también bueno y excelente. Como dice la Biblia, no podemos esperar que agua dulce salga de una fuente de agua salada, por lo cual es sumamente importante que, si queremos hablar vida, prestemos también atención a aquello que está llenando nuestro corazón. 

Como personas de fe tenemos la capacidad de cambiar literalmente la narrativa que nos rodea, porque tenemos el mejor mensaje que existe en todo el mundo: un mensaje de propósito, de fe, paz y gracia, un mensaje que produce vida en aquellos que lo escuchan. 

Aprendamos de Job, que aun en medio de los problemas producía palabras de vida con sus labios. Que el Dios al que servimos sea evidente en lo que decimos. En un mundo que magnifica las noticias negativas, una confesión positiva no es algo que se pueda pasar por alto. Hablar vida te ayudará a marcar una diferencia. En donde sea que te encuentres, que tus palabras traigan vida a tu alrededor.