Conociendo el Corazón de DiosMuestra

Dios ama perdonar

Webster define la palabra gracia como asistencia divina inmerecida dada a los humanos para su regeneración o santificación. La palabrainmerecida es clave aquí, porque significa inmerecido. Entonces, en la fe cristiana, diríamos que la gracia es algo que se nos ha dado y que no merecemos. Y una de las cosas más asombrosas que nos ha dado la gracia de Dios es Su perdón. 

En Lucas 15, Jesús contó una parábola sobre un hijo ingrato que exigió su parte de la propiedad de su padre. El padre accedió a la solicitud y al poco tiempo el hijo se fue con todo lo que recibió. Viviendo frívola e imprudentemente, lo desperdició todo y finalmente decidió volver a casa. Para su sorpresa, el padre estaba esperando a su hijo, corrió hacia él y lo recibió con una bienvenida inesperada y llena de gracia. Esta historia es una que nos encanta leer porque es una historia de amor hacia los inmerecidos. Es lo que siente Dios por nosotros.

Pero también nos encontramos navegando por la desconexión que sentimos cuando este hijo regresa a casa y se encuentra con una celebración. No había “te lo dije”,comentarios o conferencias sobre lo que hará el padre si esto vuelve a suceder. Hubo un inmenso amor, una gracia estupenda y un perdón abrumador prodigado sobre un hijo muy indigno. Es maravillosamente incómodo, ¿no? 

Así es como funciona el perdón de Dios en la economía del Reino de los Cielos. Dios nos perdona gratuitamente por el acto perfecto de abnegación de Jesús en la cruz. Recibimos el perdón porque Él lo dio. No ganamos nada por nuestras buenas obras; la obra perfecta de Jesús lo hace. 

Queremos perdón pero, sinceramente, no sabemos cómo aceptarlo. Sabemos que es un regalo, pero queremos hacer algo para ganar un poquito. Porque recibir un regalo que no solo nunca ganamos, sino que nunca podemos hacer lo suficiente para devolverlo, es más de lo que nuestras mentes finitas pueden captar. Afortunadamente, el perdón de Dios es para todos los que lo invocan. Todo el mundo. 

Debido a que Dios es un Dios que perdona, entonces solo tiene sentido que seamos conductos de ese mismo perdón hacia los demás. Pero perdonar a los demás nos costará algo. Será difícil. Requerirá esfuerzo. Irá en contra de lo que queremos. Nuestra naturaleza pecaminosa desea venganza. No solo eso, sino que creemos que hay algún tipo de“sistema de pecado” donde algunos pecados no son tan malos mientras que otros son extremadamente malos. Todos los pecados son malos. Pero no todas las consecuencias del pecado son iguales. Independientemente de la intensidad de de las consecuencias, Dios odia todo pecado.

Pero gloria a Dios, ¡Él no nosodia! Él está esperando por nosotros, mirándonos desde lejos  para que regresemos a casa. Él está listo para correr a nosotros y celebrar y acogernos con gracia, aceptación y perdón.