[El propósito eterno] Ser efectivos y productivos en nuestra razón de serMuestra

Cristo, la semilla

El apóstol Pablo afirma que Cristo abolió lo que antes estaba separándonos, estableció un nuevo orden, un nuevo pueblo, una nueva familia, un nuevo hombre y que todo aquello que era contrario a Cristo, porque era enemistad en su carne, lo sentenció para crear en él mismo. La iglesia no es un fenómeno sociológico, no es un asunto que nace por la necesidad que tiene la gente de congregarse, de los creyentes de estar en un lugar. ¡No! La iglesia está creada en él mismo para su propósito, su naturaleza y su orden para crear en él mismo de los dos pueblos un solo pueblo, de las dos nacionalidades una nueva nación santa, un nuevo hombre y en un cuerpo por medio de la cruz habiendo dado muerte en ella la enemistad. 

Aquel que resucitó no es el mismo que murió, porque el que murió es el Cristo encarnado en Jesús de Nazaret, pero el que resucitó es el Cristo eterno, que nos da vida eterna. Él se encarnó como hombre, pero no resucitó como hombre, él resucitó en la realidad de lo que era, solo que ahora tiene una expresión mayor. Porque el grano de trigo ha recibido una cosecha aumentada con la misma clase de vida en la que fue sembrado. Ahora, si un granjero siembra 100 semillas de café, tiene la expectativa no de ir a recoger cien semillas de café. Con esa semilla que plantó, espera una cosecha ilimitada. Tú puedes contar la semilla, lo que nunca podrás contar es la cosecha. Por eso muchos somos la iglesia, tú no puedes contar la iglesia porque es la cosecha, es Cristo incrementado, sin límite. 

Él sabe que ha regresado como cosecha, es la semilla, pero en una nueva forma de vida porque ha sido aumentada por el fruto. Al ser resucitado el padre complacido por todo lo sentó en la majestad de las alturas y lo dio como cabeza de la iglesia que es Cristo. La cabeza es la que define el orden de vida del cuerpo. Tú puedes tener expresión de la vida con la cabeza. Quien define esta vida es Cristo, la cabeza, pero quien la expresa, quien hace manifiesta la vida de la cabeza, es el cuerpo. Por eso el Padre lo constituyó como cabeza y lo dio a la iglesia la cual es su cuerpo, para que la iglesia sea la expresión plena de aquel que lo llena todo en todo.