[Serie Confiado] Confianza en lugar de cargaMuestra

Confiar en el amor

A medida que Dios llena los depósitos de nuestros corazones con su amor, podemos desbordarnos de amor. Los ríos del amor de Cristo pueden fluir libremente hacia quienes forman parte de nuestras vidas: nuestra familia, nuestros amigos y nuestros vecinos. Podemos amar a Dios y a las personas generosamente porque no servimos a Dios con nuestras propias fuerzas. Lo servimos del desbordamiento de su fuerza en nosotros. No amamos a los demás por nuestra propia voluntad. Amamos a los demás porque el amor de Dios desborda nuestros corazones.

La lluvia del amor de Dios en nuestras vidas es revelada por nuestros tanques, depósitos y por los ríos que fluyen de nuestro interior. En otras palabras, sabemos que alguien cree en Cristo porque ese individuo ama a otras personas. La presencia de Dios en nuestros corazones es evidente a través de cómo vivimos nuestras vidas.

En el mundo de hoy, muchas personas creen en las reservas de amor de sus propios corazones, pero no creen en la lluvia de salvación de Dios. Estas personas intentan ser amables con todos y amar a los demás a través de su propia fuerza de voluntad. Los depósitos que no están llenos con la lluvia del amor de Dios, pronto se secarán. Para que una persona pueda amar a los demás incondicionalmente, la lluvia debe caer gracias a la salvación y no en base a la relación con los demás.

El amor fiel trae ríos que fluyen libremente. Cuando nos damos cuenta de la fidelidad del amor de Dios, ese conocimiento traerá libertad a nuestras vidas. Solo entonces podemos amar a los demás. ¿Por qué podemos dar? Podemos dar porque sabemos que Dios provee. ¿Por qué oramos? Lo hacemos porque es la voluntad de Dios. ¿Por qué deberíamos leer la Palabra de Dios? Leemos la Biblia y confiamos en lo que dice porque la lluvia del amor y las promesas de Dios caen en los depósitos de nuestros corazones a través de la Palabra de Dios. Así es como surge la fe en nosotros. Entonces, podemos cumplir todos los mandamientos de Dios con alegría.

Si dejamos de creer que Dios es el proveedor de la lluvia, conservaremos nuestros depósitos y nos aseguraremos de que nuestros ríos sean pequeños. La naturaleza humana es caída y egoísta. Cristo dijo que no podemos hacer nada sin Él. No podemos cumplir los mandamientos de Dios, de amarlo y amar a nuestro prójimo, con nuestras propias fuerzas. Sin embargo, si dejamos que la lluvia de Dios llene nuestros depósitos, rebosaremos de amor por los demás. Dios es un Dios de abundancia.