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Todos pecamos. Todos   cometemos errores. Todos nos equivocamos. Y cuando lo hacemos, a menudo nos preocupamos de que nunca nos recuperemos de eso. Nunca volveremos a hacerlo bien. Nunca tendremos la influencia que una vez tuvimos. La buena noticia es que, gracias a Jesús, tenemos el potencial de ser mucho más que nuestros   pecados y errores. Cuando le confesamos nuestros pecados a Dios, Él nos perdona. Y no solo eso, nos purifica. En otras palabras, nos hará nuevos, eliminando lo que nos causó problemas y dándonos la oportunidad de comenzar de nuevo. ¿Hay algún pecado en tu vida que te esté reprimiendo? Confiésaselo a Dios, creyendo que cuando lo hagas, todo será perdonado y renovado