Confiando En El Señor Cuando Tu Vida Se DesmoronaMuestra

Dios Te Fortalecerá

Lee Jueces capítulo 11 

Siempre que tengo la oportunidad de animar a jóvenes, les cuento que en mi niñez me dedicaba al oficio del buceo. Muchos se asombran y me preguntan que si he visto tiburones; y siempre respondo que no. Yo me dedicaba al buceo en los vertederos. 

¡Bucear en la basura es un trabajo sucio y duro al mismo tiempo! En días con 34 grados Celsius, niveles de humedad de un 90%, me dedicaba a buscar elementos de plásticos y metal para reciclarlos por dinero. Usaba una camisa amarrada a la cara y un abrigo para cubrirme de las miles de picadas de zancudos. Hubo momentos en que trabajaba todo el tiempo llorando y le pedía a Dios que me ayudara a salir de esa situación. 

También iba a una feria en la calle a comprar frutas para hacer jugo. Mi madre, mi primo y una tía, hacían los jugos para venderlos en una de las calles más transitadas de mi comunidad.

Recuerdo la pequeña mesa improvisada de madera, y caminar por 15 minutos con los galones de jugo. Recuerdo el transporte de las empanadas. Y recuerdo los días, las semanas, y años en esta situación de profunda pobreza, estudiando en una acera pública de mi barrio, mientas tratábamos de vender los jugos.

Así no es como un niño debería pasar su infancia, pero mi madre y yo habíamos sido rechazados por mi familia y por mi padre. Por lo que hicimos todo para poder sobrevivir.

Sin embargo, Dios tenía un plan.

Hay una historia en el libro de Jueces capítulo 11. Es la historia de Jefté, un guerrero galaadita. Jefté era el hijo de un hombre importante en Israel, pero su madre era prostituta. Los hijos legítimos de su padre Galaad y su misma comunidad expulsaron a Jefté por su historia marcada de pobreza y desdicha. Pasaron años y Dios convirtió a Jefté en un gran guerrero. Finalmente, Israel entró en guerra y no tenía quien los defendiera; Israel le rogó a Jefté que los protegiera, y él se convirtió en el líder de Israel.

Dios usó una pequeña iglesia de mi comunidad donde fui expuesto a la palabra de Dios. A través de esta comunidad, recibí apoyo educativo y médico. Aunque no tuve un padre en casa, y vivía en pobreza, rechazado por la sociedad, Dios me permitió tener mi propia familia. En la actualidad estoy sirviendo a niños y jóvenes en República Dominicana, quienes experimentan pobreza y rechazo, así como yo lo experimenté.

Dios tiene un plan para ti. Incluso en medio de tus peores circunstancias, tiene un plan. Es mi oración que puedas poner tu confianza en Cristo mientras lees mi historia y reflexiones en la historia de Jefté. Es mi deseo que seas animado a confiar en Él sin importar los problemas y las dificultades porque Dios tiene un plan, y sus planes siempre son buenos; incluso cuando no lo podemos entender. Dios siempre tiene un plan.

Compassion se enorgullece de proporcionar a sus lectores historias reales de cómo el ministerio ha sacado a niños de la pobreza y los ha puesto en las manos de su Señor. ¿Considerarás abrir tu corazón para servir a un niño pobre como Jonathan? Considera patrocinar a un niño y mostrarle el amor de Dios.