Las abundantes riquezas del reinoMuestra

La riqueza no solo es dinero

El estado normal en el reino es la riqueza. Cuando la Escritura habla de riqueza, se refiere a por lo menos siete tipos de riqueza diferente. Por eso tenemos que determinar de qué clase de riqueza está hablando Dios. Para que venga el disfrute de esta riqueza no se puede edificar en dos realidades diferentes. 

Lo normal es que la nueva creación viva en un ámbito de riqueza. El problema está en que ese ámbito de riqueza, en toda su extensión y en todas sus manifestaciones, no puede traerse a realidad con mente de pobre. La mente de pobre no está únicamente dimensionada por la pobreza financiera sino por la mentalidad de no entender la obra completa de Cristo, que nos ha hecho partícipes de una herencia que nunca se va a terminar, ni de aquí a la eternidad, esto es algo inmenso. 

Por eso no se puede poner vino nuevo en odres viejos. La realidad de la nueva creación es de múltiples riquezas, abundantes riquezas de este reino que no se pueden expresar en una mentalidad de pobreza. No pueden ser digeridas en una mentalidad de pobreza. 

La primera riqueza y la más importante, es la riqueza espiritual. Somos ricos en el espíritu. Somos completos, es una riqueza inagotable y disponible a todo aquel que desea y pone su fe en Cristo. También vemos la riqueza intelectual, familiar, laboral o de asignación, financiera y relacional. ¿En cuál de ellas manifiestas exuberante riqueza? Hagamos nuestro catálogo de cuentas, porque todo eso está para ti en Cristo. Cuando estamos en Cristo, tenemos derecho a disfrutar de toda esta riqueza. 

Para entender esto, tengamos en cuenta que ser religioso es ser mundano. La religión es el instrumento del mundo para confundir la realidad espiritual de los hijos de Dios. Por eso viene de una estrategia diabólica con la religión y la religiosidad, son imitadores falsos de lo que es la verdadera espiritualidad. Al ser una imitación, no se puede disfrutar de lo que solo se disfruta en la esencia, que es la vida de Cristo. Por eso no tenemos religión sino la vida de Cristo impartida en cada uno de nosotros. Al tener la vida de Cristo, tenemos el derecho de disfrutar de todos esos tipos de riqueza. 

Lo contrario a la riqueza es la pobreza, y el Señor vino a traer buenas noticias a los pobres, así como a los que estaban en la cárcel. En aquella época, estaban en la cárcel según el sistema de justicia romano quienes tenían deudas, ya que los asesinos tenían que enfrentar la muerte.