Sueños redimidosMuestra
La decepción y el dolor te pueden llevar a acrecentar una tentación. Nos hacen más susceptibles a nuestras áreas de debilidad. Ya sea aislándose, comiendo en exceso, teniendo sexo casual, o tomar copas de vino de más, nuestro deseo de anestesiar o escapar del dolor, nos lleva a comprometernos. Nos decimos a nosotros mismos que merecemos sentirnos mejor.
Cuando estamos sufriendo, estamos más inclinados a sacrificar el sueño por lo que es temporal. El consuelo que nuestros vicios traen es fugaz y superficial en el mejor de los casos; en el peor de los casos sería el vicio.
Hay una escena en la famosa ópera, La Boehmia, en la que dos hombres sufren un brutal invierno en París. Uno de ellos, un escritor, ha invertido incontables horas en una obra. Tiene tanto frío que apenas puede concentrarse en su escritura.
No tener dinero para comprar carbón o madera para quemar y hacer fuego, en un momento de gran necesidad, el escritor echa el manuscrito entero al horno. En segundos, la montón de papel con toda su escritura es quemada hasta convertirse en cenizas.
El escritor sacrificó su sueño, todo por lo que había trabajado, por un momento breve de confort. Se rindió.
Vemos el mismo patrón en la historia de Esaú que se relata en el libro de Génesis. Fatigado y hambriento, regresa a casa con el olor de un guiso de lentejas muy caliente. Desesperado por el sustento, Esaú renuncia a su primogenitura, todos los privilegios, la autoridad y la herencia que venían con ser primogénito, por un poco de sopa. Sacrificó su futuro por la satisfacción momentánea de un vientre lleno.
Escucha, yo entiendo.
Yo tiendo a comerme mis sentimientos cuando estoy afligida (¡Muchas veces me doy por vencida!). Tras mi divorcio, la soledad me dejó tentada de bajar mis estándares y comprometerme en las citas. Afortunadamente, no caí en esta tentación, pero ciertamente estaba ahí.
Cuando estaba perdiendo mi hogar, y al borde de la bancarrota, un vecino me ofreció un trabajo de seis cifras en la venta de productos farmacéuticos. Estuve tentado de tomar el trabajo. Pero hacerlo habría significado poner el trabajo de Tesoros en un segundo plano. La comodidad temporal de una mayor estabilidad financiera no valía la pena renunciar al propósito al que Dios me había llamado.
Algunas veces el sueño de Dios requiere sacrificio. Mientras resulta, a Dios le interesa más nuestro carácter que nuestra zona de confort.
Podemos permitir que las circunstancias difíciles nos ayuden a mejorar en nuestro carácter o a quebrarnos. Podemos renunciar al sueño por algo que es temporal, ó podemos perseverar y permitir que la perseverancia fortalezca nuestro carácter y nos ayude a madurar.
No renuncies al sueño por algo temporal. No permitas que el dolor o la decepción te hagan perder tus sueños por algo temporal y remedios rápidos. No te rindas. Aún hay mucho en juego.
Hay libertad en el otro extremo de tu fidelidad. Tanto para ti personalmente, como para todas las personas que serán impactadas a través de tu vida viviendo plenamente tu propósito.
Acerca de este Plan
¿Qué hacemos cuando nuestros sueños parecen estar fuera de nuestro alcance o incluso destrozados? Después de haber superado el abuso y el trauma, así como la angustia de un divorcio, me he enfrentado a esta pregunta una y otra vez. Ya sea que estés experimentando la devastación de la tragedia o la pérdida, o la frustración de una larga temporada de espera, ¡el sueño de Dios para tu vida sigue vivo! Amigo, es hora de volver a soñar.
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