[El amor de Dios] ConsueloMuestra

Todos buscamos un poco de consuelo

Lo que estoy a punto de mencionar puede sonar fuerte y negativo, pero es una verdad universal e innegable: el sufrimiento viene con la vida. Todos los seres vivos pasan por algún tipo de sufrimiento a lo largo de su vida. Los animales sufren, las plantas sufren, los humanos sufren. Es parte de la vida. Y también es una verdad innegable que nosotros, como seres humanos, buscamos algún tipo de consuelo para aliviar ese sufrimiento. Cada persona que conocemos ha buscado consuelo, busca consuelo o buscará consuelo. No hay forma de escapar de eso. No importa en lo que creamos, incluso si no creemos en nada. Todos necesitamos consuelo.

Fuimos creados para necesitar consuelo. Buscamos consuelo todo el tiempo, incluso cuando no nos damos cuenta. A veces buscamos consuelo en cosas superficiales y rápidas. Podríamos ir a comer por comodidad. Algunos de nosotros vamos de compras, tecnología, televisión, películas, pornografía, ruido o adicciones, buscando algún tipo de consuelo. Tal vez esa rápida solución de falso consuelo nos da algún tipo de control sobre nuestras vidas.

¿Valoramos el consuelo inmediato sobre la felicidad real? ¿Vamos a las cosas rápidas en lugar de ir a las cosas profundas? Incluso cuando buscamos consuelo en Dios, ¿estamos buscando algo rápido o algo eterno? C. S. Lewis dijo que el objetivo final del cristianismo no era la comodidad personal, sino una relación con Dios. Y de esa relación surge la forma de consuelo más profunda y real con la que podríamos soñar.

Todos hemos sido heridos, todos estamos heridos y solitarios, todos nos hemos sentido culpables, todos cometemos errores y carecemos de control sobre tantas cosas en nuestras vidas. Pero podemos someter todo eso a Dios y a cambio, él nos promete su amor fiel que nos consuela. Podemos pensar en su amor como la cuerda que usan los escaladores. Está ahí, lo necesiten o no. Lo mismo ocurre con el amor de Dios en nuestras vidas: no importa si tenemos éxito o fracasamos, ya sea que estemos en la alegría o en el dolor, siempre necesitaremos la soga del amor reconfortante de Dios.