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Ven y sígueme

¿Qué significa ser cristiano? Hay muchas ideas y malentendidos al respecto. Pero ¿qué dijo Jesús? Él simplemente dijo, «¡Ven y sígueme!» Sí, eso suena simplemente suficiente, pero es una de las cosas más desafiantes y contraculturales que Jesús haya dicho.

Los conceptos de liderar y seguir suenan suficientemente seguros, pero lo que Jesús dijo acerca de seguirlo es: «¡Debes negarte a ti mismo, toma tu cruz y sígueme!» ¡Guau! Nada podría estar más en conflicto con nuestros deseos y ambiciones naturales. La idea de negarnos a nosotros mismos y tomar una cruz va en contra de nuestra cultura, que nos dice: «¡Sigue tu sueño!» Obedece tus apetitos, deja que la ambición dirija tu vida y seguir tu sueño te mueve en direcciones predecibles. Negarnos a nosotros mismos, tomar una cruz y seguir a Jesús siempre significa que tenemos que cambiar de rumbo y avanzar en una nueva dirección.

Seguir a Jesús significa más que seguir todas las reglas de una iglesia. Lo que quiere decir, es que vivas en una relación diaria con Cristo permitiéndole dirigir tus pasos.

Aquí hay otra parte desafiante que forma parte de este entendimiento: si vamos a seguir a Jesús, comenzaremos por reconocer el hecho de que estamos desechos. Dios nos dio libre albedrío. Cada vez que elegimos hacer lo que nosotros queremos con nuestro libre albedrío en lugar de someternos al amor de Dios, el resultado es el pecado. La verdad es que el pecado ha estropeado nuestras vidas y todo lo que nos rodea.

Pecado significa errar al blanco. Piense en el centro de la diana de un arquero, como la perfección. Cualquier cosa fuera del círculo de la perfección, es errar al blanco. Ya sea que estés cerca de la perfección o lejos, si no estás dentro del círculo, fallaste el blanco. ¡Todos hemos fallado al blanco!

¿Te has dado cuenta, que cuando tratamos de clasificar los pecados, siempre salimos luciendo mejor que otros? Pensamos: «No soy perfecto, ¡pero no soy un asesino! Entonces, debo estar bien». A veces tratamos de minimizar nuestro pecado y pensamos: «¿Cuál es el problema? No estoy lastimando a nadie». La verdad, es que todo pecado es destructivo. Daña nuestra relación con los demás y con Dios. De hecho, el pecado daña todo lo que toca.

La buena noticia es que Dios te amó tanto que envió a Cristo a morir por ti, para pagar las consecuencias de tus pecados pasados, presentes y futuros. Él tomó las consecuencias de tu pecado y el mío. Esto nos permite comenzar de nuevo y elegir una nueva dirección en la vida.

¿Has llegado al punto donde te das cuenta que necesitas el perdón de Dios? ¿Estás listo para cambiar de rumbo? Cuando pides el perdón de Dios y confías en Jesús, la nueva vida de la que habló Jesús se convierte en una posibilidad para ti. Puedes comenzar a seguir a Jesús hoy, allí donde estés.

Señor, en este momento he decidido dejar de seguir mis apetitos egoístas y ambiciones personales, para seguirte. Perdóname de todos mis pecados. A partir de este día, ayúdame a vivir en una relación diaria contigo, haciendo las cosas que quieres que haga y convirtiéndome en la persona que quieres que sea.

En el nombre de Jesús. Amén.