Cuán grande es nuestro DiosMuestra

¡GÉRMENES COTIDIANOS!

Saliva. Lágrimas. Piel. Mucosidad (también conocidos como mocos). Células de la sangre. Todo trabaja junto como parte de nuestro sistema inmunológico para luchar contra los gérmenes.

Los gérmenes son pequeños organismos, sí, ¡están vivos! Son tan pequeños que necesitas un microscopio para verlos. Los gérmenes atacan constantemente tu cuerpo tratando de meterse en tus ojos y nariz, cortes y heridas, y de muchas otras formas. Tu sistema inmunológico trabaja duro para combatirlos. Y si un germen te enferma, tu sistema inmunológico sigue batallando para sanar tu cuerpo.

Cuando Jesús vivía en la tierra, sanó a muchos. Los enfermos de diferentes cosas se acercaban a Él. Un día, cuatro amigos trataron de llevar a un hombre paralítico a Jesús. Como había mucha gente reunida en la casa donde Jesús estaba no podían entrar. Ellos en lugar de rendirse, treparon al techo, hicieron un agujero y bajaron a su amigo ¡justo frente a Jesús! (Lee sobre esto en Lucas 5:17-26). Jesús sanó a ese hombre, pero antes, hizo algo aún más importante. Dijo: "Tus pecados te son perdonados". ¿Por qué? Porque la enfermedad del pecado; todo lo malo que hemos hecho; es más seria que la enfermedad del cuerpo. Nuestros cuerpos sólo pueden enfermarse aquí cuando están en la tierra, pero nuestras almas pueden estar enfermas con pecado toda la eternidad. Jesús vino a sanarnos de nuestros pecados. Entonces si reconoces que has pecado, sé como ese hombre y sus amigos; no dejes que nada te detenga para llegar a Jesús. Detente justo donde estás y pide que te perdone. Él lo hará. Cada vez. (1 Juan 1:9).

¡Grandioso!

Las alergias ocurren cuando tu sistema inmunológico se confunde. Algo que piensa "inofensivo", como pelo de gato. manteca de maní, huevos o flores son gérmenes, y comienza a luchar con ellos. Tus ojos te pican o tu nariz segrega líquido. ¡Afortunadamente, los doctores han encontrado formas de decirle al sistema inmunológico que se calme!

Oración

Señor, gracias por las formas en que mantienes mi cuerpo sano y fuerte. Pero más que nada, gracias por sanarme de la enfermedad del pecado.