[Hacer la diferencia] ValorMuestra

Quienes hacen la diferencia dan la gloria a Dios

Cuando Jesús perdonó y sanó al hombre paralítico, y la multitud vio que el hombre se levantó, tomó su lecho y se fue a su casa, todos quedaron atónitos. La Biblia nos dice que glorificaron a Dios, asombrados por la autoridad que Dios le había dado a Jesús, el Hijo de Dios.

Recuerda que, al perdonar los pecados del hombre, Jesús se había declarado a sí mismo como Dios. Al sanar al hombre, Jesús confirmó que él era el Mesías. Cuando la multitud vio lo que Jesús había hecho, celebraron al Salvador. Ellos dieron gloria a Dios y fueron asombrados por Jesús.

La multitud no aplaudía los pasos del hombre paralizado. Las Escrituras no dicen que la gente lo vitoreaba mientras bailaba, o que corrió una maratón y todos pensaron que era increíble, o que todos lo seleccionaron para estar en su equipo de fútbol porque sería el mejor corredor y pateador. Pero cuando el hombre paralizado caminó entonces el pueblo glorificó a Dios.

Ahora, por su parte, el hombre tenía que levantarse y caminar con gran valentía. A quienes hacen la diferencia no les preocupa su éxito, les preocupa hacer lo que Jesús les pide que hagan. Eso es lo que hizo el paralítico. Si somos quienes hacen la diferencia, que son valientes en la fe, debemos dejar que Dios tenga todo el mérito y glorificarlo.

Quienes hacen la diferencia, quieren brillar con su Salvador. Jesús no es un camino a la fama, ni a la riqueza, ni al éxito. Jesús quiere brillar a través de ti. No puedes trabajar por tu salvación, pero tienes que avanzar en fe, por la gracia de Dios, para seguir su guía.

Todos estamos manchados y contaminados con nuestros propios deseos, nuestra necesidad de reconocimiento y de palmaditas en la espalda. En ocasiones queremos un poco de crédito, pero debemos permitir que Dios tenga todo el crédito y sea glorificado. Si nos falta valentía, si nos negamos a levantarnos, si queremos el crédito que le pertenece a Dios, no haremos la diferencia que deberíamos por la eternidad. Los que hacen la diferencia tienen la valentía de vivir para Dios, no para ellos mismos.

Ora

Dios, ayúdame a conocer mi propio corazón. Revela los pecados que me retienen y ayúdame a vivir para ti. Ayúdame a brillar por mi Salvador.