Espíritu Santo: ¿Somos inflamables o a prueba de fuego? Muestra

  Es para todos

  El Espíritu Santo no se distribuye mediante la lotería, donde unas pocas personas seleccionadas lo reciben. No es un juego de azar. No hay ganadores y perdedores. Aquellos a los que Dios llama, los equipa. Hay poder más que suficiente para actuar. Nadie se queda fuera, y nadie se queda con las sobras. No se descalifique cuando ya ha sido aceptado.

Las Escrituras son claras y sin vaguedad. El bautismo del Espíritu Santo no es solo para unos pocos “favoritos de Dios”. No, Dios no tiene “favoritos”. De hecho, todos somos sus favoritos. El día de Pentecostés, 120 hombres y mujeres estaban en el aposento alto en Jerusalén, leemos en Hechos 2:3-4:  “y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo...”. No fue coincidencia, ¡NI LOTERÍA! “Todos”, los 120 recibieron y “todos” fueron llenos. Su género no se tuvo en cuenta, ni su edad, ni su raza, ni su estatus en la vida.

Alguien en el cielo debió haber contado las cabezas, ya que una llama de fuego se asentó “sobre cada uno de ellos”. Si usted tiene cabeza, Dios tiene una llama de fuego para usted. Ahora mismo, su cuenta le incluye a usted. “Pero recibiréis poder…” (Hechos 1:8). Tan solo imagínese, su cabeza se convierte en una pista de aterrizaje para el fuego del Espíritu Santo. Él aterriza y habita, para no despegar nunca más.

Cada uno de los 120 discípulos en el aposento alto el día de Pentecostés recibió el bautismo del Espíritu Santo. Nadie se quedó fuera. No fue solo para los 12 apóstoles que conocemos o que caminaron cerca de Jesús. Había muchos otros que también recibieron. Quizá no eran famosos, pero fueron fieles. Estaban en el aposento alto y esperaban la promesa. El Espíritu Santo vino sobre todos, y una llama de fuego se asentó sobre todas las cabezas, 120 llamas para 120 fieles. Si usted aparece, tendrá una llama de poder para su tarea.