Convirtiéndote en un Padre listo para la BatallaMuestra

Identificando al Verdadero Enemigo

Algunos días el mundo parece estar en tu contra. Tu esposa no dispara en todos los cilindros, Tus hijos son ingobernables, el perro no quiere obedecer y tu auto se descompuso (otra vez). Como hombres, tendemos a enojarnos. Entonces, descuidamos a nuestra esposa, gritamos a los niños y pateamos al perro y al auto.

Sin embargo, si retrocedemos un paso, nos damos cuenta de que nuestra batalla no es contra carne ni sangre (o aluminio y acero). Como dice la Biblia, nuestra batalla es contra los principados y potestades que gobiernan este mundo: Satanás y sus secuaces. Cuando caemos de rodillas y le pedimos a Dios que nos ayude a ser fieles y amorosos en medio del caos, a menudo nos recuerda que hemos identificado erróneamente al enemigo. Pensamos que es nuestra familia o nuestro jefe o nuestros suegros, pero, en verdad, estamos en una batalla espiritual y hacemos bien en reconocer al verdadero enemigo. 

Algunas preguntas para ayudarte a determinar si has identificado correctamente al enemigo: 

· Cuando tu esposa actúa como si no te amara, te enojas con ella y piensas: "Aquí vamos otra vez". O, ¿te das cuenta de que tu enemigo es el que intentaría destruir tu matrimonio? ¿Eres un crítico instantáneo o un intercesor inmediato? 

· Cuando tus hijos son ingratos o irrespetuosos, ¿los atacas, les lanzas insultos o alzas la voz mientras les recuerdas que continúan fallándote? O, ¿les ayudas a ver que están sucumbiendo a la tentación mientras los guías, alientas y oras por ellos? 

. Cuando tus compañeros de trabajo te acusan de algo, ¿te endureces y buscas la oportunidad de ganarles en su propio juego? O, ¿te das cuenta de que necesitan a Jesús y, a través de tu servicio amoroso, esperas abrir una puerta que podría cambiar sus vidas? 

Nuestras esposas, hijos, suegros, jefes y colegas no son "el problema". El problema es el padre de las mentiras que está susurrando en tus oídos, tratando de "matar, robar y destruir". Él busca implacablemente la destrucción relacional. En lugar de luchar entre nosotros cuando aumenta el estrés, comprometámonos a servir y a orar por los demás mientras luchamos por la paz en nuestras relaciones.