Los Auténticos DiscípulosMuestra

"Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento". (Marcos 12:30)

Muchas personas creen que, al reconocer a Jesús como su Señor y Salvador personal, la vida se transforma en un paseo idílico. De repente, el hijo rebelde se vuelve obediente, el matrimonio entra mágicamente en un estado de felicidad perpetua, la salud física florece y hasta el acné juvenil desaparece. Los recursos económicos abundan como el maná del cielo, y nuestro equipo de fútbol favorito, que llevaba años acumulando derrotas, sorprendentemente gana el campeonato.

A menudo, el subconsciente colectivo religioso fabrica versiones idealizadas de la victoria en Jesús al estilo de Hollywood, teñidas de expectativas culturales y deseos personales que nos alejan de la realidad y del verdadero evangelio de Jesucristo.

Pero, ¿qué significa ser un verdadero discípulo de Jesús? Porque debo confesarles que, con los años, he podido darme cuenta de que hay una gran diferencia entre ser un auténtico discípulo de Jesús o ser un simple creyente.

Lo que hace auténticos a los discípulos de Jesús no son las visiones, el hablar en lenguas, el saber muchos versículos bíblicos de memoria, ni mucho menos el éxito en el ministerio. Lo que los distingue es su capacidad de mantenerse fieles a pesar de las tormentas del fracaso, ser arrastrados por sus emociones, heridos por el rechazo e incluso sintiéndose quebrantados, despojados o desgastados.

Amar a Dios sobre todas las cosas es la marca distintiva de los auténticos discípulos, amar al margen "de"... La abundancia o la escasez, la enfermedad o la plenitud de la vida, del hambre o la persecución, la soledad o la alegría de estar en familia y con amigos. Tenga trabajo o no lo tenga, esté casado o soltero, etc.

¡Medita en esto!

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