Solo UNO es más grandeMuestra

Mejor según sus planes.

Naamán era una persona importante, un guerrero exitoso, tenía en su caja de “logros” mucho para contar. Eso no lo hacía perfecto. Tenía un pequeño problema, tenia una enfermedad muy contagiosa, detestada por la gente y sin cura. En realidad no era su único problema, había otro mayor, el orgullo.

Se había mal acostumbrado a mandar y tener razón. Si funcionaba con su ejército debía funcionar igual con un profeta y hasta con Dios. El sabía cómo debían hacerse las cosas. Sería como él dice o nada.

Hay un proverbio extremadamente frontal que dice al orgullo le sigue la destrucción y a la altanería el fracaso.

Creer que sé no me hace sabio, solo los resultados demuestran sabiduría.

Esta bien de vez en cuando (todo el tiempo digamos) revisar nuestras decisiones, especialmente aquellas en las que decidimos incluir a Dios. Al Rey no se le dice qué, ni cómo hacer las cosas. Solo se le propone una alternativa, como hizo Jesús, “si fuera posible pasamos de largo la copa, pero no es lo yo digo...”

En su gracia, Dios está atento a escuchar. Imagino que lo hace reír bastante con nuestros caprichos. Es ahí cuando, por amor, manda gente como Naamán a decirnos, “por que no pruebas. Por más que parezca ridículo, podría ser Dios hablando”

Hoy podemos ser el criado de alguien. Alertarlo sobre alguna decisión con olor a destrucción. Ser las palabras que necesite para cambiar el rumbo.

También podemos sentarnos a charlar con el Dios de los tiempos perfectos y las decisiones acertadas, dejar nuestra corona a sus pies y volver a reconocerlo como el que está a cargo en mi vida, para decirle una vez más, “que sea como tu quieras, confío en que eso es lo mejor para mí, estás en control”.