CaínMuestra
El enojo y la envidia
En el pasaje central encontramos que Dios: “…no aceptó a Caín ni a su ofrenda. Esto hizo que Caín se enojara mucho, y se veía decaído”.
Caín entra en una competencia a la que no estaba llamado. Dios, quien conoce nuestro corazón, pesó y aceptó la ofrenda de Abel. Caín escoge enojarse. Sintió celos y envidia de su hermano.
¿Qué nos sucede cuando vemos la bendición de Dios sobre la vida de otra persona? ¿Es una alegría o un motivo de enojo? La voluntad de Dios era recibir la ofrenda de Abel como algo agradable, al mismo tiempo ve en el rostro de Caín el reflejo de su corazón: envidia, celos. Caín muestra estar decaído; su rostro mostraba el estado de su corazón.
Y Dios pregunta a Caín: “¿Por qué estás tan enojado?”, no porque Dios no lo sepa sino que, al igual que a sus padres, le da la oportunidad de reconocer el estado de su corazón. Cuando Dios nos pregunta algo, no lo hace en necesidad de recibir alguna información sino que, de esta manera, nos muestra dónde está nuestro corazón. El creador del universo y examinador de corazones nos extiende su mano de misericordia para que podamos reconocer lo alejados que estamos y arrepentirnos. Nuestro Padre Celestial, aun estando en error, nos habla, continua buscándonos queriendo hacer regresar nuestro corazón al suyo.
Dios ofrece una nueva oportunidad a Caín. Muchos estaríamos agradecidos por esta provisión. Pero había una condición: «escoger hacer lo correcto o no». El Señor le dice a Caín: “Serás aceptado si haces lo correcto…”, que al final, parecía ser aquello que Caín buscaba. Claro que también habría una consecuencia si “se negaba a hacer lo correcto”.
Aun con un corazón amargado, tenemos la oportunidad de cambiar la motivación de las intenciones de nuestro corazón. Pero Caín se negó a hacer lo correcto. Planeó la muerte de su hermano. Permitió satisfacer el deseo de su carne, el pecado lo asechó, lo controló y fue dominado por él.
Y sucedidas todas estas cosas, el Dios de las segundas y enésimas oportunidades, vuelve a extender su amor y vuelve a hablar con Caín. Él estaba frente a una nueva oportunidad para humillarse, reconocer su pecado y arrepentirse delante de Dios. Pero Caín responde con el mismo orgullo que lo cegó desde el comienzo.
A partir de estas decisiones y de los celos y envidia mal manejados, Caín escoge lo incorrecto. Derrama la sangre de un justo. Dios, quien no aprueba la injusticia, ni el corazón orgulloso, ni la envidia, entre otras cosas, destierra a Caín y, como consecuencia de su elección, lo maldice.
- Cuando te enojas, ¿se nota claramente en tu rostro y lo dejas fluir?
- Cuando viene a tu corazón un profundo sentimiento de celos, ¿permites que invada y afecte tu vida? ¿O lo entregas a los pies de la cruz para que sea cortado?
- ¿Podrías responder al Señor cuando te pregunte dónde estás acerca de algunos aspectos que Él quiere que rectifiques?
- ¿Qué sentimientos identificas en tu corazón cuando observas la bendición en alguien más?
- ¿Qué sentimiento tienes cuando ves la obediencia a Dios de alguien más: motivación o envidia?
- ¿Alguna vez has orado con el Salmo 51: 10, pidiendo al Señor un corazón limpio, es decir, reconociendo el estado de tu corazón?
Acerca de este Plan
Cuando nuestro orgullo es más fuerte, podemos terminar errantes, lejos de lo importante, lejos de Dios.
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Nos gustaría agradecer a Jazôn en Bolivia por proporcionar este plan. Desarrollado por Ana Aramayo Zaiduni. Para mayor información por favor visite: http://www.jazon.info