¿Qué espera Dios de ti realmente?Muestra

El temor al Señor

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová, los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.

¿Qué significa el temor del Señor? ¿Tenemos miedo de Dios? ¿Es un miedo aterrador?

El salmo 33 nos ayuda a entender mejor lo que significa: «Tema a Jehová toda la tierra; teman delante de él todos los habitantes del mundo». Esto da claridad al concepto, temer a Dios es reverenciar a Dios. La idea tiene que ver con reverenciar, respetar y admirar. Hace referencia a un temor reverencial, no un temor aterrador. Es un temor saludable y santo que obedece a Dios porque él es Dios y está para ser obedecido. Este es nuestro deber solemne, así como nuestro agradable privilegio: obedecer al Señor.

Abraham obedeció a Dios cuando lo llamó para sacrificar a su hijo, Isaac, quien fue largamente esperado. ¿Por qué obedeció a Dios? Porque le temía. Si nosotros tememos al Señor, entonces lo vamos a obedecer. Génesis 22:12 establece que Dios detuvo el sacrificio de Isaac: «Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único».

Si tememos a Dios, vamos a obedecerlo. No se trata de estar temeroso de Dios, sino que lo reverenciemos porque él es Dios. Él es el Maravilloso, el Rey, el santo Dios a quien nosotros debemos nuestra lealtad, reverencia y fidelidad. 

Tal vez, la idea correcta sobre temer a Dios fue captadda mejor en los cuentos infantiles de C.S. Lewis. Aslan es un león dorado que representa a Cristo. Cuando los niños entran en la tierra del cuento de hadas de Narnia, aprendieron sobre Aslan de los castores: 

«¿Él está a salvo?» -dijo Susan- «Me sentiré bastante nerviosa al conocer a un león». 

«Eso harás, querida, y no te equivoques», dijo la Sra. Castor, «si hay alguien que pueda estar ante Aslan sin que tiemblen sus rodillas, son más valientes que la mayoría o simplemente son tontos».

«¿Entonces él no está a salvo?», dijo Lucy.

«¿Estar a salvo?», dijo el Sr. Castor. «¿No oíste lo que la Sra. Castor nos dijo? ¿Quién dijo algo sobre estar a salvo? Por supuesto que no está a salvo. Pero él es bueno. Él es el rey, te lo dije».

Por eso tememos al Señor. Él es el Rey y no está a salvo. Pero él es bueno.

Todo conocimiento espiritual, todo conocimiento de Dios, comienza justamente aquí, con el temor del Señor, el anhelo sano y santo de complacerlo y obedecerlo.