"Este valor es más sorprendente aún, es la Mansedumbre o humildad"

Solo quiero recordarles que la humildad o mansedumbre no es falta de bienes, es cuando conocemos nuestras capacidades y las usamos en bien de los demás, pero conocemos también nuestras incapacidades y no las ocultamos.

Les invito a ir al Salmo 37. La idea de este mandamiento, que también va acompañado de una promesa, recibir la tierra prometida; pero el énfasis de este mandamiento es uno, lo que Dios promete lo recibirán aquellos que confían en Dios y le obedecen.

Hoy en día, nos encontramos con un constante énfasis en las promesas de Dios y muy poco se habla de los requisitos para recibir esas promesas. El requisito es uno, debes obedecerle, confiar en Él. En el Salmo 37 pone de manifiesto, el dolor que produce ver al malo que todo le sale bien, es una de las mayores tentaciones del creyente, comparar lo que no tengo con lo que otros tienen, lo que hace que no disfrutemos lo que tenemos.

Al igual que la parábola, el que se porta bien y el que se porta mal, ambos tienen el mismo final, la muerte; pero para dónde van después de ese paso, lo determina la vida que vivimos, y no se refiere a buenas obras, porque hay muchos que con un corazón malo hacen muy buenas obras; se refiere a cuanto confias en Dios y hace de Él tu razón de la existencia humana en esta tierra.

Como lo dice Pablo en Hechos 17, el propósito de nuestra existencia es “Buscar a Dios”, lo demás son bendiciones que recibimos. El Salmo 37 es muy importante para entender este mandamiento.