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ORAR // ¿Alguna vez has sentido que seguir a Dios solo implica obedecer un montón de reglas? Ya sabes . . . Qué no hacer, qué no decir, qué evitar. Apuesto a que las personas que empezaron con fe en el primer siglo también se sintieron de esa manera. ¡Es por eso que lo que Pablo dice aquí es un gran alivio! La ley realmente se reduce a una cosa: el amor. Y no solo sentirte bien, amor cursi. Es el amor lo que eleva el valor de otras personas. Es el amor lo que pone a un lado lo que quieres, para mostrarle a la otra persona que es importante. Sí, hay muchas menos reglas de las que quizá pensábamos, pero la que necesitamos para asegurarnos de que estamos en lo correcto exige mucho de nosotros. Hoy, pídele a Dios que te muestre una manera en la que puedes amar a tu prójimo como a ti mismo mientras haces tu rutina normal.