En La Brecha — La Paternidad CristianaMuestra

Día 6 — No provocar

Leer: Efesios 6:1–4

En la cultura grecorromana de aquel tiempo, el patriarca del hogar era visto como la cabeza de su esposa, sus hijos y los esclavos, y ejercía un control rígido y soberano sobre su familia. Todos los miembros de su casa tenían que obedecerlo. Aquí Pablo muestra que la relación entre padre e hijos, como la de esposos y esposas (Efesios 5:21–33), se transforman cuando son vividas en el contexto cristiano. Sí, los hijos deben obedecer a sus padres. Esta es una cosa universalmente evidente. Además, se manda a los hijos que obedezcan y respeten a sus padres de acuerdo con la Torá de Moisés (versículo 2; Éxodo 20:12). Este mandamiento es acompañado por la promesa de Dios para la prosperidad y la longevidad. Dios premia a una sociedad donde se practican la obediencia y el respeto. Una sociedad saludable no se puede concebir sin una vida familiar sólida.

Luego Pablo amplía estos estándares anteriores sobre la obediencia de los hijos para mostrar que el contexto cristiano requiere las responsabilidades mutuas. Los padres deben reconocer sus deberes hacia sus hijos, si la familia ha de vivir en el Señor y ser transformada por su gracia. Los padres no deben hacer enojar a sus hijos (versículo 4 DHH). La obediencia se puede esperar, pero no se puede exigir provocando e irritando así a los hijos. Se obliga a que los padres críen a sus hijos «con la disciplina y la instrucción que quiere el Señor». Esto significa que los padres deben inculcar patrones de comportamiento cristiano en sus hijos y también deben enseñarles el contenido de la fe. Aunque muchas de las tareas domésticas de la paternidad cristiana las hacen las madres, Pablo muestra que los padres tienen al menos la misma responsabilidad de crear una familia en Cristo.

Reflexionar: ¿Cómo puedo enseñar mejor a mis hijos sin provocarlos e irritarlos? 

Orar: Oh Dios, que otorgas el regalo de tener hijos, muéstrame cómo enseñar a mis hijos sin provocarlos al enojo. Ayúdame a nutrir y criar a mis hijos, dándoles la fe y la confianza.