Administracion del tiempo divinoMuestra

Amando a otros con tu tiempo 

Amar a otros es uno de los más grandes y mejores usos que le podemos dar a nuestro tiempo. Es también un ejemplo de que somos seguidores de Cristo. 

Juan 13:35 (NVI) dice: “De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.”

Desafortunadamente, como cristianos no siempre reflejamos nuestra relación con Cristo cuando nos relacionamos con otros. 

Pero hoy es un nuevo día y ahora mismo te puedes comprometer a amar a otros con tu tiempo. Hay dos maneras poderosas de hacerlo, una es buscar la paz y la otra es señalarte… a ti mismo. 

Romanos 12:18 (NVI) dice: “Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos.” Y Proverbios 15:1 (NVI): “La respuesta amable calma la ira, pero la agresiva provoca el enjo.”

Una parte importante de ser pacificadores es ver la forma en que usamos nuestras palabras. ¿Hablamos en un tono ofensivo o comunicamos nuestras ideas con respeto? ¿Asumimos lo mejor de las personas o lo peor de ellas? Podemos elegir templar nuestro pensamiento y nuestra comunicación para que nuestra presencia pueda producir paz, incluso en situaciones donde hay lucha. 

También, podemos amar a otros eligiendo señalarnos a nosotros mismos en vez de señalar a otros. Los demás pueden haber hecho algo cruel o incluso equivocado. Pero nuestra reacción dura y negativa tiene que ver más con alguna mentira o daño en nosotros que con ellos. 

Como dice Mateo 7:3 (NVI): “¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo?” 

Otra manera de amar a los demás con tu tiempo es bajar un poco la velocidad y mirar hacia adentro: Identificar exactamente lo que te está pasando. Pregúntate a ti mismo qué te llevó a eso. Arrepiéntete y perdona. Pídele a Dios sanidad. Luego, si es apropiado, habla con la otra persona. 

Lograr estas actitudes toma tiempo y mucho autocontrol, pero nos conducen a ser una fuerza de amor y paz de Cristo en vez de ser una fuerza de destrucción, incluso en circunstancias difíciles.