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El Corazón de la Teología de Pablo: Pablo y Los GálatasMuestra

El Corazón de la Teología de Pablo: Pablo y Los Gálatas

DÍA 13 DE 14

El Entendimiento de Pablo sobre la Ley: Gálatas 3:1-3

El papel del Espíritu Santo fue una de las ideas principales que Pablo tenían en mente en tanto escribía esta carta. El énfasis puede verse en la primera descripción de Pablo de las falsas enseñanzas en Galacia. Leamos lo que escribió en Gálatas 3:1 al 3:

¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó?... ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? (Gálatas 3:1-3)

Pablo estaba sorprendido de que los Gálatas, que habían comenzado sus vidas cristianas confiando en el Espíritu Santo, de alguna manera habían sido engañados para confiar en sus propios esfuerzos humanos. Un lugar en el que Pablo pone gran atención al contraste entre la obra del Espíritu Santo y el esfuerzo humano fue en Gálatas 5:16 al 26. Allí, él desarrolló un fuerte contraste entre la carne y el Espíritu. 

Pablo contrastó los hechos de la naturaleza pecaminosa, o del esfuerzo humano, con el fruto del Espíritu. En Gálatas 5:19 al 21 él señaló que las obras de la carne incluyen: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías. Pero en Gálatas 5:22 al 23 él señaló que el fruto del Espíritu Santo es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Los falsos maestros querían que la gente creyera que por medio de esfuerzos humanos podían someterse a la circuncisión, y que podían tener el poder suficiente para vivir justamente. Pablo mostró aquí, que la única cosa que el esfuerzo humano podía producir era el pecado.

Joel 2:28 es una profecía que claramente expresa la esperanza de que durante el siglo por venir Dios derramaría su Espíritu de maneras en que no lo había hecho en el Antiguo Testamento:

Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. (Joel 2:28)

El Espíritu Santo había estado presente con los creyentes aún antes de que Cristo viniera, y él había dado poder a los creyentes para permanecer fieles a Dios. Pero desde entonces su satisfacción y dones especiales estaban reservados, con algunas excepciones, para un número limitado de personas, tales como profetas, sacerdotes y reyes. En este sentido, la presencia del Espíritu Santo era menos dramática y dominante en el Antiguo Testamento. Pero Joel profetizó que en el siglo por venir el Espíritu Santo sería derramado en todas las clases y grupos de creyentes. Y como vemos en Hechos 2, la profecía de Joel comenzó a cumplirse en el día del Pentecostés. En ese tiempo, Dios comenzó a derramar su Espíritu a todo su pueblo de una manera dramática, indicando que la esperanza del tiempo por venir se había hecho una realidad. 

Pero en Galacia, los falsos maestros habían instruido a los Gálatas a confiar en sus propios esfuerzos humanos para vivir justamente, indicando que ellos negaban los dones abundantes del Espíritu y su potencial en la era del Nuevo Testamento. Ellos fallaron en darse cuenta de la gran bendición del Espíritu Santo que Cristo había traído cuando inauguró el siglo por venir. En respuesta, Pablo recordó a los Gálatas que aquellos que pertenecían a Cristo ya poseían el Espíritu Santo en la totalidad de su poder. Cuando los seguidores de Cristo confían en el poder del Espíritu, él se mueve en ellos para producir fruto de justicia. 

  

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