El Credo de los Apóstoles: El Espíritu SantoMuestra
Los atributos divinos del Espíritu Santo: Génesis 1:1-3
Los teólogos cristianos tradicionalmente hablan de que Dios tiene dos diferentes tipos de atributos: atributos comunicables y atributos incomunicables. Por un lado él tiene atributos comunicables con los que se puede “comunicar” o “compartir” en cierta manera con su creación.
Por ejemplo, Dios posee el atributo de la razón, la cual comunica o comparte con los seres humanos. Como criaturas finitas, los seres humanos no comprendemos el razonamiento de Dios perfectamente. Pero tenemos la capacidad de pensar en maneras razonables. Por su puesto, esto no significa que somos divinos, solamente muestra que fuimos creados por un Dios racional que en cierta manera comunica su atributo de la razón con nosotros. Nuestro razonamiento es derivado de su razonamiento; reflejamos su atributo de la razón porque somos sus criaturas.
Otro atributo comunicable de Dios, es su amor. En muchas partes la Escritura enseña que nuestro amor por otros, y aun por Dios, se deriva directamente del atributo de amor de Dios. Podemos ver esto en pasajes como Gálatas 5:2, Efesios 5:1, 2 de Timoteo 1:7, y 1 de Juan 4:7-21.
Pero Dios también posee atributos incomunicables, atributos que por su naturaleza no pueden ser compartidos con sus criaturas.
Los atributos incomunicables de Dios más familiares son su omnisciencia, que es su inteligencia, conocimiento y sabiduría infinita, su omnipotencia, que es su infinito poder. Su omnipresencia, que es su existencia en todas partes al mismo tiempo; y su eternidad que es su eterna e inquebrantable propia existencia. Porque los atributos incomunicables de Dios sólo le pueden pertenecer a Él, podemos probar que el Espíritu Santo es Dios mostrando que él posee uno o más de estos atributos. Y como estudiamos en la Escritura podemos encontrar que, ciertamente, él posee todos estos atributos.
Consideremos primero la omnisciencia del Espíritu Santo.
La Escritura dice que el Espíritu conoce perfectamente la mente de Dios. Podemos ver esta idea en Efesios 1:17 y 1 de Corintios 2:10-11. Por su puesto la mente de Dios es infinita, y requiere una mente igual de infinita para conocerlo perfectamente. Por la capacidad del Espíritu Santo para comprender la mente omnisciente de Dios, el Espíritu Santo ha demostrado que es omnisciente, y porque él es omnisciente, él también debe ser Dios.
El Espíritu Santo también demuestra que es Dios por su omnipotencia. Su poder es el ilimitado poder de Dios.
Muchos pasajes en la Escritura hablan del poder del Espíritu Santo, como en 1 de Samuel 10:6, Romanos 15:19, 1 de Corintios 12:11, y 1 de Tesalonicenses 1:5.
Consideremos la asociación del Espíritu Santo con el poder de Dios en Génesis 1:1-3:
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. (Génesis 1:1-3)
Como hemos mencionado antes, las referencias del Antiguo Testamento hacia Dios atribuyen en general a toda la Trinidad. Pero también es legítimo ver un énfasis en una persona u otra, según el idioma y el contexto. En este caso, el énfasis está en la persona del Espíritu Santo, como el Espíritu de Dios. Así, la obra de crear la luz fue hecha por el Espíritu Santo. Lo mismo puede decirse de todo lo demás que Dios creó en este . Pero para que el Espíritu Santo tenga tal omnipotencia, para que él haya creado algo de la nada, debe de ser totalmente divino.
Otro atributo incomunicable que el Espíritu Santo posee es la omnipresencia.
Pasajes como Salmo 139:7-10 nos enseñan que el Espíritu está presente en cada parte de la creación, desde lo más alto del cielo hasta la más bajo del mar. Y el Espíritu Santo también tiene el atributo de la eternidad.
Hebreos 9:14 refiere que el Espíritu Santo es un “Espíritu Eterno”, esto significa que él siempre ha existido, y continuara existiendo por siempre.
Escrituras
Acerca de este Plan
Este plan de lectura habla de la divinidad del Espíritu Santo, de su plena pertenencia a la Divinidad. Considera su personalidad, notando que el Espíritu Santo es una persona verdadera y no simplemente una fuerza divina. Y explora el trabajo que el Espíritu Santo hizo en el pasado, y que continúa haciendo hoy.
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Nos gustaría agradecer a los Ministerios del Tercer Milenio por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://es.thirdmill.org/