Los reyes magos

Sí, miraré a Cristo.

Para las compañías aéreas, ferroviarias y las autopistas, la Navidad es la temporada más ajetreada del año. La gente viaja por el cielo a través de máquinas voladoras, se desliza sobre vías metálicas y conduce sobre calles heladas generalmente con mucha expectativa y ansiedad.

Si lo piensas bien, todo esto de los viajes festivos comenzó con el primer viaje navideño: el difícil y largo camino hacia Jerusalén.

Mateo 2:1-2:

Después de que Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente. —¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos levantarse su estrella y hemos venido a adorarlo.

Los sabios podían haber sido de cualquier país del Este de Israel de los conocido por Mateo: Iraq, Irán, Arabia Saudita o Yemén. No se nos dice exactamente de qué país son pero eso no es importante. Lo que importa es que los sabios dejaron sus cómodas casas, a su familias y emprendieron un largo viaje por el desierto con muy poca disponibilidad de agua y lo más probable en camello (acuérdate de esto la próxima vez que tu vuelo navideño se retrase).

En esos días, las personas del Este creían que la aparición de una nueva estrella en el cielo nocturno, un evento celestial como un cometa o una supernova presagiaba el nacimiento de un rey. Por eso, cuando los sabios vieron una estrella en Israel, supusieron que un nuevo rey de los judíos había nacido. Pero cuando llegaron a Jerusalén, las cosas habían cambiado.

Mateo 2:7-8:

Luego Herodes llamó en secreto a los sabios y se enteró por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Los envió a Belén y les dijo: —Vayan e infórmense bien de ese niño y, tan pronto como lo encuentren, avísenme para que yo también vaya y lo adore. 

Cuando las personas predisponen su corazón a buscar, descubrir y adorar a Cristo, a menudo son cuestionadas e interrumpidas por aquellos que sienten que su autonomía y determinación se ven amenazadas por Jesús. Cuando Herodes escuchó que habían llegado a Israel unos eruditos científicos desde el Este para buscar y adorar a un nuevo rey en vez de a él, se sintió celoso, inseguro y amenazado. Él mandó a llamar a los sabios, pretendiendo estar interesado en ayudarlos, de hecho, los reclutó para que sean sus espías, ocultando su engaño con halagos y mentiras.

Mateo 2:9-12:

Después de oír al rey, siguieron su camino, y sucedió que la estrella que habían visto levantarse iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra. Entonces, advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Cuando nos arrodillamos en alabanza y adoración a Cristo el Salvador, Su resplandor de alguna forma hace que todas las demás cosas mundanas se borren de nuestras mente. Estar en la presencia de Jesús y mirarlo hace que toda cosa brillante de este mundo se atenúe. Esto brinda un claro entendimiento de lo que es verdaderamente importante. Los sabios fueron advertidos en un sueño que no regresaran con Herodes, pero al fin y al cabo era su decisión. Ellos podrían haber ignorado ese sueño y reportado su hallazgo a Herodes, temiendo las repercusiones que podían tener si no lo hicieran. El poder de Herodes era formidable, de gran alcance y despiadado. Pero, solo les bastó mirar a Jesús para saber que nunca iban a volver. 

En esta Navidad, dondequiera que te encuentres, cualquiera sea las ansiedades, interrupciones o distracciones que puedan apartarte del Niño Jesús, ya sea drama familiar, finanzas, logística u otras; pon tu corazón y tu mente en la gracia que se te ha dado a través Jesús en el pesebre. Al poner tus ojos en Él, todos los altibajos de la temporada navideña se verán desde una irrefutable perspectiva, con libertad y goso.

Oración y práctica:

Escribe las cinco cosas más importantes que hacen que quites tu atención de Jesús en esta temporada navideña, cosas que están en tu mente y te consumen energía. Ora por cada una de ellas, pidiéndole a Dios que Se muestre soberano sobre toda circunstancia y que Cristo Se magnifique sobre ellas.