Venciendo la depresiónMuestra

          Recuerdo la noche que literalmente me rendí. Me iba mucho mejor con la depresión y con mi vida arruinada. Asumí que estaba bien, pero no lo estaba. Esa noche perdí el deseo de luchar. Acurrucada en posición fetal, sentía que me hundía en la oscuridad. Lágrimas cayeron por mis pestañas, rodaron por mis mejillas y por mi cuello. Sentí el pecho oprimido, como si algo muy pesado estaba presionándolo. "Es demasiado", pensé; "Es demasiado". Parecía como si ya no estaba respirando, y ¿para qué intentarlo? Era mejor de esa forma. Alguien me encontraría en la mañana; moriría una muerte natural, deprimida y sola.

          En los peores y más bajos momentos del proceso puedes sentir que no hay salida. La depresión puede tomar control y los pensamientos pueden intentar engañarte al hacerte pensar que todos estarán mejor sin ti. Pero como hijo de Dios, tienes un Abogado que luchará por ti, quien dará una salida. En mi caso, mi hijo de 15 años volvió a casa más temprano de su juego de pelota porque sintió que lo debía hacer. Dios me estaba buscando, y lo hizo a través de mi hijo. Viéndome indefensa y casi sin respiración en la silla, él inmediatamente comenzó a alabar a Dios por mi liberación. Recuerdo su grito: "¡Demonio! No te llevarás a mi mamá. Ella vivirá y no morirá". Dios lo envió a casa más temprano para cantar alabanzas y rescatar a su mamá.

          A veces, en tu viaje puedes experimentar los más bajos momentos. Es, entonces, cuando tienes que "entender" que la vida a veces es dura. Recuerdo las veces cuando las cosas estaban bien y luego algo inesperado ocurría. Así es la vida. Quizás pierdes a un ser amado y no entiendes por qué. Quizás perdiste el trabajo o la casa de tus sueños y no comprendes por qué. Quizás la depresión está empeorando y no comprendes por qué. Quizás tu mejor amigo de hace 30 años terminó NO siendo tu mejor amigo después de todo, el dolor parece insoportable; y para hacerlo peor aún, no comprendes por qué.

         A través de toda situación, Dios te dará la fuerza para seguir. No puedes rendirte porque esa no es la forma en la que se supone que ocurra. Debes ser persistente y obediente en tu búsqueda del cumplimiento de tu propósito. Es tu vida por la que estás luchando. Tu destino afectará a otros también; espera tu liberación. Espera tu rescate repentino, está en camino. Debes tomar conciencia que a toda costa alcanzarás tu destino, tendrás todo lo que Dios tiene para ti. Encuentra respaldo en las Escrituras, lee la Palabra, dila en voz alta. Renueva tu mente y espíritu con la Palabra de Dios, aún cuando parezca que no funciona.

        ¿Te estás rindiendo? Esa no es la forma de avanzar. El problema puede ser grande, pero tu Dios es más grande. Medita en la Palabra, aun cuando no tengas ganas. Alaba a Dios constantemente por tu progreso, aun cuando no lo veas. Estás caminando por fe. Recurre a la oración y a las Escrituras. Permítele a Dios mantener Sus promesas para ti.