Dios hace su parte y nosotros..., la nuestraMuestra
¡Necesito un milagro!
Si queremos la intervención de Dios, acostémonos pensando en eso para ver lo que no es, como si fuera. Yo lo hago. Al día siguiente camino y digo lo que vi, así mis oídos lo escuchan, eso me ayuda a verlo posible y cercano, y entonces lo declaro continuamente y con fe hasta que se materializa. A veces me dicen «iluso» y matan la visión; ¿entonces qué hago?... ¡¡Volver a soñar!!
Recuerdo que había personas que hablaban de sus visiones, pero no me sucedía, hasta que entendí que hay que obligarse a hacerlo. Si no es algo de Dios, con el tiempo desaparece; pero cuando es, la secuencia es: confieso, sueño, confieso... ¡hasta que se da! En medio de eso, a veces el Señor permite que nuestra prueba dure; ¿por qué?, para que verdaderamente lo pidamos con desespero, desde el límite. La famosa mujer estaba desesperada porque su enfermedad requería un tratamiento incómodo; era molesto para ella y su vida era miserable, pero oyó de Cristo y se imaginó lo que haría y lo confesó. Aunque él “se alejaba”, ella sabía que era su única alternativa y última oportunidad, así que de pronto pensó: «si no es hoy, no lo lograré»: atravesó a la gente, los obstáculos; ¿cuáles de ellos se oponen a tu milagro? Rompamos el protocolo, “empujemos” a las personas y aguantemos los insultos.
Ella no esperó a que Jesús la tocara; ¡ella se paró de donde estaba y lo hizo! Muchos esperamos señales para saber si la respuesta a nuestra necesidad es la voluntad de Dios, en vez de buscarla. Si necesitamos dinero, él abrió las ventanas de los cielos, murió para vencer las maldiciones y se hizo pobre para que fuésemos ricos; pero debemos trabajar y ser los mejores, diezmar, buscar el reino del Señor... Él hace su parte y, si hacemos la nuestra..., ¡responderá!
Es lo mismo con la salvación: él amó tanto al mundo que dio a su único Hijo para que, siendo pecadores, no nos perdiéramos, si no tuviéramos vida eterna. ¿Ahora qué hacemos?...: ¡creer!
Escrituras
Acerca de este Plan
Si necesitamos la intervención de Dios, acostémonos pensando en eso, visualicémoslo como si fuera y declaremos ese sueño porque, si nuestros oídos lo escuchan, veremos ese deseo posible y cercano, y entonces lo proclamaremos continuamente y con fe hasta que se materialice. ¿Qué hacemos si nos dicen «ilusos» y nos matan esa visión?... ¡Soñar de nuevo y recordar!: Dios hace su parte y nosotros..., la nuestra.
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Andrés Corson, pastor de la iglesia El Lugar de Su Presencia en Bogotá, Colombia, en convenio con El Centro Network. Si desea conocer más sobre estas organizaciones, por favor visite http://www.supresencia.com y http://www.elcentronetwork.com.