Dios hace su parte y nosotros..., la nuestraMuestra

¿Qué hacemos?

2. Imaginemos el milagro 

Visualicémoslo antes porque ese don es un regalo de Dios para poner a funcionar nuestra fe. ¡Siempre lo hago! Antes de comprar mi primer piano, no tenía plata, pero todas las semanas iba a la tienda a mirarlo. Ya me conocían y, después de unos meses, me dieron un catálogo; eso fue bueno porque verlo ahora todos los días activó mi fe. 

Todo se hará conforme lo creamos, ¡como la mujer de la que hablamos que vio en su mente el video de su sanidad y caminó hacia Jesús, tocó el borde de su manto y fue sanada! Hasta el momento no había un versículo que dijera que podía hacer eso, así que quizá algunos le hubieran dicho: «eso no es bíblico, ¿de dónde sacó su teología?»... ¡Dios premia el creer! A partir de ese milagro, lo que ocurrió se convirtió en teología porque la fe es la confianza de que sucederá lo que esperamos y la certeza de lo que no vemos.

3. Declaremos y confesemos el milagro

La mujer supo que si tocaba la túnica de Jesús, sería sana. En la Nueva Traducción Viviente y la Nueva Versión Internacional se usa la palabra pensó, es decir, visualizó; pero en griego también significaba declarar; ¡así que también lo dijo en voz alta! Cuando proclamamos el milagro, nuestro oído lo escucha y el don de imaginar lo ve y así se repite una y otra vez hasta que es real.