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El Remanente

Hoy, quisiera que leyera Romanos 11:2–5:

Dios no rechazó a su pueblo, al que de antemano conoció. ¿No saben lo que relata la Escritura en cuanto a Elías? Acusó a Israel delante de Dios: “Señor, han matado a tus profetas y han derribado tus altares. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!” ¿Y qué le contestó la voz divina? “He apartado para mí siete mil hombres, los que no se han arrodillado ante Baal”. Así también hay en la actualidad un remanente escogido por gracia.

Cuando Elías suplica a Dios, está física, mental y espiritualmente agotado. Jezabel está tras su cabeza y él ha huido al desierto. Está sentado debajo de un árbol y está clamando a Dios: “Soy el único. Nadie más está sirviéndote”.

Pero Dios le dice: “Espera un momento. Tengo siete mil más que no han doblado sus rodillas ante un falso ídolo. No eres el único”.

Dios está diciendo: “Tengo un remanente”. Y, después, Pablo lo trae a la actualidad y dice: “Así como Dios tenía un remanente en aquel entonces, Dios tiene un remanente hoy en día”. 

Un remanente es un pequeño grupo que ha permanecido. De ahí viene la palabra remanente. Viene de la raíz “permanecer”. Dios siempre tiene un remanente, un remanente que siempre permanece fiel, comprometido, concentrado, obediente a Dios. Uno que no se desanima, ni se detiene, ni se rinde por las muchas vueltas que da la vida. 

La vida tiene muchos reveses y vueltas inesperadas, y muchas personas se dan por vencidas debido a esos contratiempos. Pero los que permanecen en el camino y permanecen fieles experimentarán las ricas bendiciones de Dios. 

Dios bendice a todos sus hijos. Pero aquellos que se mantienen en el camino son recompensados por su fidelidad. 

Por todo ello, manténgase en el camino, siga el rumbo y permanezca fiel. Sea parte del remanente.