Economía divina, una manifestación correctaMuestra

Una nueva naturaleza

En una ocasión, los discípulos de Jesús llegaron a la plaza hambrientos, y empezaron a comer, a lo que los fariseos dijeron: «mira Señor, tus discípulos son unos pecadores y sucios»; pues la historia dice que no se lavaron las manos. Los carnales no comprendían, por eso pensaban, que los discípulos estaban quebrantando la ley. Jesús les dijo: religiosos, no entienden que el hombre se contamina por lo que está adentro, envidia, celos, borracheras, murmuración, adulterio, fornicación, mentiras, y codicia. 

Pablo enseñó, que la antigua naturaleza contiene todo lo malo, y es llamado el cuerpo del pecado. El cuerpo del pecado, era un castigo que el sistema romano daba a los asesinos. El gobierno romano decía: el que mató a alguien, no va a la cárcel, pues el castigo era, colgar el muerto en el vivo, para que sufriera la muerte que provocó; y el cuerpo se descomponía, transmitiendo la muerte al asesino.

La etapa de no graduados es similar, es cargar el cuerpo de un muerto, no en el espíritu, sino en referencia a la antigua naturaleza. La carta a los romanos dice: ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Él entendía que andaba oliendo mal, y que estaba cargando un cuerpo de muerte, lleno de gusanos. En la nueva naturaleza, ya no opera un cuerpo de muerte, pues, «fuimos librados de la ley de pecado y muerte».

¿Dónde se manifiesta ese olor? En las áreas que no nos hemos graduado. Cuando Cristo es el que se manifiesta hay un olor agradable. Dios usa solo una metodología, no es ir a cursos de superación personal e inscribirse en la mejor universidad, tener dinero y fama, lo único válido para graduarnos, es que Cristo sea formado en nosotros. A medida que Cristo se va formando en nuestra vida, va desplazando las marcas del hombre muerto, cuándo llegamos a la etapa de operar en Cristo, ¿quedará algo? Claro, la bendición se manifiesta desde que se nace en Cristo, pero hay niveles. Llegar a la etapa de operar en Cristo, es cuando Él se manifiesta y aprendemos a renunciar a nosotros mismos, nos señalarán de retrogradas y se perderán oportunidades de progreso de todo tipo. Cuando operamos en Cristo, Dios dice: que Él es el galardón, y nos puede dar lo que el mundo no nos da.

El que opera en Cristo, no se enamora de las circunstancias, porque la provisión está segura, la fuente no añade tristeza, estamos conectados donde Dios nos proyecta. Cuando no tenemos tiempo para la formación de Cristo en nuestra vida, nos limitamos a la visión, tenemos miopía y tratamos de subsistir en un sistema dañado. 

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