Cristo: Salvador, Profeta y SacerdoteMuestra
Cristo es verdaderamente el profeta mayor
Antes de que fuesen hechos los mundos, Cristo hizo un pacto para encarnarse, para ser hecho a semejanza de carne de pecado, pero sin pecar; para servir como fiador de todos sus elegidos, para ser el esposo de su iglesia; su Salvador completo y todo suficiente. Como tal, es el hombre de la mano derecha de Dios, el compañero del Señor de los ejércitos, el Rey de gloria. Su obra es honorable, su plenitud infinita, su poder omnipotente, su trono es por siempre y para siempre, su nombre es sobre todo nombre, su gloria es más grande que todos los cielos. Es imposible excederse en su exaltación, porque su nombre es glorioso y alto sobre toda bendición y alabanza.
En el contexto inmediato, este Ser adorable, es visto en su existencia teantrópica, como encarnado, como el mediador Dios hombre y es presentado aquí en su triple oficio de profeta, sacerdote y rey.
Su oficio profético es expresado claramente en el título «testigo fiel». En la profecía del Antiguo Testamento, el Padre anunció: yo lo di por testigo. Cristo mismo declaró a Pilato: Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad; y como prueba fidedigna de tal misión, proclamó el evangelio del reino a los hombres y lo confirmó con poderosos milagros.
El Cristo Encarnado fue fiel al plan para el cual había sido enviado, anunciar el reino de Dios y recuperar lo que se había perdido. Igualmente, fue fiel para dar testimonio de lo que veía hacer y oía del Padre.
Jesús demostró, ser el profeta mayor que Dios había prometido levantar a Israel; y en su vida y ministerio trajo el cumplimento de la ley y los profetas. Su mensaje profético también era la declaración de la verdad eterna que manifestaba el orden y gobierno de Dios.
Dios prometió, que enviaría a otro Profeta, un profeta como Moisés en muchos aspectos, el sería un maestro, un gobernante, un mensajero, solo que mayor, Jesús sería el más supremo de los profetas a través del cual, Dios se daría a conocer a sí mismo y su voluntad, a su pueblo. Es algo muy significativo ver cómo, durante el ministerio terrenal de Jesús, las personas gradualmente comenzaron a reconocer que Él era el profeta enviado por Dios, que Él era el Profeta prometido en Deuteronomio 18.
La mujer samaritana, dijo: Señor, puedo ver que tú eres profeta. Posteriormente, algunos de los oyentes en la multitud dijeron: «Cuando escucharon estas palabras, algunas de las personas dijeron, “Este es realmente el Profeta”», (Juan 7:40).
Cuando Jesús hizo los milagros, estas señales y prodigios fueron evidencias adicionales, que sustentaban que Él era el Profeta esperado. Después de alimentar a los 5,000, las Escrituras dicen que: Cuando la gente vio lo que había hecho, dijeron, “¡Este es sin duda el Profeta que habría de venir al mundo!”, (Juan 6:14).
Acerca de este Plan
El testimonio de Cristo fue completo, coherente y contundente en todos los aspectos y asuntos de la economía divina revelada en plenitud por medio del nuevo pacto, por medio del cual se convierte en nuestra realidad existencial lo que Él logró en la legalidad divina.
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Queremos agradecer a Basilio Patiño, director de la Red Ministerial Apostólica REMA, autor del libro "Oración en el Nuevo Pacto", entre otros títulos; de acuerdo con El Centro Network para proporcionar este plan. Para saber más, visítenos en http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com